domingo, 31 de agosto de 2025

Locura

 




 Salí al balcón y contemple el mar que como purpurina lanzaba estalas luminosas sobre la arena, mágico me pareció aquel momento… aunque más mágico fue mirar hacia nuestra cama y ver tu cuerpo tiznado por el sol.

 Abrace mis pensamientos recordando lo que había sucedido aquella noche, todo lo que me rodeaba se volatizo en un instante cuando te abrace, tu magnetismo hizo que mi mente desconectara del mundo para evadirme cual muerte celestial de todo y de todos.

 Solo tú… pues ni yo creía ser algo formado de materia, me sentí como aire compuesto simplemente por el oxígeno que se esconde en las gotas de roció del amanecer.

 Si me hubiese sentido un ser mortal, pensaría que había estado en una locura transitoria, pues ni daba ni quitaba crédito a lo  que tu respiración producía sobre mis poros rellenos de agua salada… maremotos que convulsiones de placer me provocaban.

 Era oro lo que relucía o tus ojos clavados en mi corazón, como se te clava  en el alma… la más bella de las poesías.

 Y al amarte, en cada suspiro me sentía como aviador que remonta esa montaña rusa de nubes blancas… que sobresaltan en la noche y parpadean por la mañana.

 Y me enriqueces… con solo pronunciar unas palabras, que retumban en mi corazón como eco en la montaña, trasladándome de árbol en árbol sin tener que trepar por sus ramas.

 Y ahora en este mismo instante, si un puñal me clavaran… ni sentiría, ni padecería, ni sufriría, pues cogido a tu mano me siento en el nirvana.

 Llore, y también adolecí por muchas causas, como cualquier persona que sobre la tierra anda. Pero a tu lado todo quedo en el olvido… porque me has tatuado a sangre y fuego dos palabras “amor y esperanza”.

 

   Alejandro Maginot


El diapasón