El metrónomo sobre el piano, no marcaba el
tempo de la partitura si no el ritmo de mi corazón.
¡Ay de mí!
Odioso metrónomo que marcas el ritmo
acompasado cuando amas… y desbocado cuando alteras el amor.
¡Ay de ti!
Que huyes cuando la rima se ha roto y te
escondes detrás de un si bemol.
Corazón roto, como cuerda de piano oxidada por
la triste melodía… que tantos años interpreto.
¡Ay de mí!
Como de frágil puede ser la nota, que cuando
te conocí me fascino… rombo, cuadrado o quizás un diapasón.
¡Ay de ti!
Que crees que todo se basa en seducir… para
luego sin piedad destruir.
Amor, no carrera por atrapar, para luego si no
te interesa… como lastre soltar.
¡Ay de mí!
Que no se subir por la escala musical, que
como elefante a cada paso… la fragmento como lamina de cristal.
¡Ay de ti!
Que en el espejo te contemplas, como si no
fueses a envejecer… como grajo que se borra con un simple pañuelo de papel.
Clave de sol que no rojo clavel… que se diluye
en las lágrimas que por ti derrame ayer.
Alejandro Maginot