El salitre se había convertido en el perfume
de su vida, y el crujido de la madera, en la sinfonía que arrullaba sus noches.
Huyendo de la asfixia de lo cotidiano, de los rascacielos que arañaban un cielo
gris y de la multitud que le pisaba los
talones, Elías había zarpado hacia la inmensidad del pacífico. Su hogar era la
Aurora, un pequeño velero que lo llevaba a la búsqueda de una soledad casi
mística, esa que solo el océano puede ofrecer.
Su rutina era un remanso de paz: el sol
saliendo por la popa, la brisa marina
sobre la cara y el ritual sagrado del café de la primera hora del día. Una
mañana, mientras el sol teñía de oro las aguas, Elías se dispuso a preparar su
café. Lleno la cafetera, molió los granos con cuidado y espero que el aroma
familiar se esparciera por toda la cabina. Pero al verter el líquido negro en
su taza, algo fuera de lo común ocurrió.
Del denso vapor que se elevaba de la taza, no
surgió el aroma de siempre, sino la silueta etérea de una figura. No tenía más
que unos centímetros de alta, pero sus formas eran perfectas. Una pequeña
mujer, con el pelo hecho de hilo de humo y ojos que parecían dos gotas de café,
se posó en el borde de la taza. Elías, incrédulo, se froto los ojos, pero la
figura seguía allí. La ninfa lo miro con una picardía inesperada y, con una voz
tan suave como el susurro de la brisa, le hablo.
−Sé
que buscas la soledad, Elías, pero no puedes escapar de lo inevitable. Me he
quedado fascinada por tu viaje, por tu búsqueda. Si me dejas, me transformare
en tu compañera de vida. Creceré con cada amanecer, con cada milla que
recorramos, hasta convertirme en una mujer de carne y hueso. Estaré a tu
lado, en los días de calma y también en los de tormenta ¡pero tan solo si
me lo permites!
Elías guardo silencio. ¿Estaba la soledad que
tanto anhelaba intentando engañarlo? ¿Era un espejismo de la soledad del
océano? La ninfa, como si pudiera leer su mente, sonrió y salto al café,
desapareciendo en un remolino. Solo quedó el aroma, esta vez… más intenso que nunca.
Dubitativo, Elías decidió esperar, observando
siempre con cautela. Con cada taza de café que preparaba a lo largo del día, la
ninfa se mostraba, un poco más grande cada vez. Al atardecer, su estatura ya
era la de una niña pequeña. Elías la miraba fascinado. Era cierto, no se
trataba de un sueño, sino de algo parecido a un milagro. Su soledad se había
roto, pero no de la forma en que huía del mundo.
A la mañana siguiente, al preparar la primera
taza del día, la ninfa ya era una adolescente. Se sentó a su lado, tan curiosa
como él, preguntándole por cada estrella y cada pez que veían. Elías le enseño
a navegar, a leer las cartas de navegación, y en definitiva a entender el
lenguaje del mar. Día a día, en cada sorbo de café, la ninfa crecía, llenando
la cavidad del velero de risas y conversaciones.
Llegó un día, en el que Elías se sirvió el
café como siempre, pero de la taza ya no salió la magia del humo de las veces
anteriores. Elías asustado, se levantó y se giró. A su lado, había una mujer de
pelo castaño, ojos color café y una bella sonrisa que Elías ya conocía. Su ninfa
se había convertido en una bella mujer. Con una voz profunda y melódica, la
ninfa le habló.
−Mi
amor, he crecido. Y ahora como te prometí soy tu compañera.
Elías, con los ojos llenos de lágrimas,
sonrió temblorosamente. Por fin había
encontrado una compañera que no le asfixiaba, que no lo condicionaba, una mujer
que había surgido de la inmensidad del océano y del silencio de su alma. Había
huido de las masas para buscar la soledad, pero jamás se le paso por la imaginación
encontrar a la persona que lo complementaria, e ironías del destino… en la
búsqueda de una soledad a medio gas, había encontrado un amor para la
eternidad.
Alejandro Maginot
Qué soledad más mágica , encontró en ese velero, donde, queriendo desconectar, no sabía que encontraría la felicidad.
ResponderEliminarCada sorbo de ese café era un paso para que esa ninfa se convirtiera en esa compañera de vida, que tal vez Elías, sin querer la formo en su mente , y estando en la soledad del mar, la hallo.
Un abrazo grande , en esta tarde de fin de verano .
Feliz comienzo de otoño .