jueves, 28 de noviembre de 2024

El Caracol

 




 Babeando como un caracol, seguía tu estela que brillaba como plata bajo el sol. De mundos diferentes, tú de climas nevados y yo de tierras plagadas de calor, pero lo dos con un mismo fin… saber si en un naufragio juntos podríamos sobrevivir.

 Animado por el espejismo de una ilusión, metí por ti la mano en el fuego, pensando que tú serias mi apagafuegos y no me dejarías morir sin consuelo.

 Pero cada día me levantaba con un trocito de mí que ardía y mi dolor ni  un ápice de tu corazón conmovía… vaga ilusión que como espejismo de nuevo se desvanecía.

 Ya no era nuestro cubículo el que bajo su techo alegría veía, ya ni a la hora de comer la mesa conmigo compartías… estaba claro que algo muy extraño te sucedía.

 Ahora cada dos por tres al balcón salías o en el baño a puerta cerrada te escondías, como queriendo ocultar algo que muy profundamente te preocupaba… quizás que yo descubriera algo, que como una olla exprés te hiciera explotar y sin poder evitarlo dispararas miles de palabras que me pudieran dañar.

 ¡Ironía del destino!, que sin apenas hablarme cuidaras de no dañarme el corazón, seria porque te sentías culpable o porque sabias fehacientemente… que al estar locamente enamorado de ti, podías con tus actos hacerme morir.

 Y por fin cuando creíste tenerlo todo bien amarrado, en un tono lineal y seco me dijiste:

Esta tarde me marcho, la semana que viene acabare de recoger mis cosas.

 Después de esa frase se hizo el silencio, y viendo que no estabas dispuesta a hablar más, no tuve más remedio que preguntar:

¿Por qué te vas? Dime en que he podido pecar, para que de tu preciosa sonrisa pases a una indiferencia total.

 Creí que no iba a responder, pero después de una tos impostada me respondiste sin ninguna delicadeza y con aspereza:

He conocido a un hombre en una red social de internet, y no preguntes más que no te voy a responder.

 ¡Ahí! en ese preciso momento se rompió nuestra relación, como se rompe el frágil cristal… en una caída fortuita que no se puede parar.

 Y yo inocente como lo había sido siempre, me quise consolar pensando que ese hombre al que se refería… creí que sería un robot con el corazón de hojalata que había salido de una pantalla.

 Mientras yo me sentía feliz, sabiendo que había salido de una raíz, raíz de paloduz que cuando la pelas y llegas a su corazón… cuanto más lo masticas mejor sabor de boca te deja y jamás quita de tu cara una sonrisa de amor.

 

Alejandro Maginot


viernes, 8 de noviembre de 2024

La oscuridad

 




 Nos sé, de dónde habíamos salido y porque estábamos de madrugada en aquella calle empedrada. La oscuridad nos devoraba, gracias a dios que una farola nos alumbraba mientras nuestros rostros se difuminaban.

 Tú balbuceabas mientras mi memoria en otro lado estaba, aunque en un momento de flujo mental volví a aquella escena que me resultaba muy seria a la vez que imaginaba que sería fatal.

 Las gotas de lluvia eran muy finas y caían del cielo como huevas de caviar. Tus labios brillaban con la humedad y tus cejas parecían hierbas verdes bañadas por el roció del alba, yo escuchaba sin saber que hacer mientras tu no parabas de gesticular.

 Entre la semioscuridad y el flujo de la lluvia que no dejaba de borbotear, el frio de mí se apoderaba y no era por los elementos ni por aquella noche tan fría, era por las palabras que como dagas me lanzabas, las oía sin poder dar crédito a lo que me decías.

 Sin tener la más remota idea, entre insultos me maldecías y te alejabas, a cada paso que dabas el dolor en mi corazón aumentaba, llego un momento que cuando te perdí en la oscuridad casi un infarto me dio.

 No pude ni reaccionar, ¡me suicido o trato de pensar en lo que la he podido fallar!

 ¿Verdad o mentira? todo lo que verbalmente me arrojabas seguro que en tu mente tan real lo veías como la luz del día, pero si conmigo lo hubieras dialogado de muchas cosas cuenta te habrías dado, y quizás no me hubieras visto tan malo, pues yo he llegado a pensar que fue todo un montaje o una de tus actuaciones para separarte de mí vida sin dar explicaciones.

 Y lo que a continuación te contare lo hare en presente… pues ya hablara de nuevo en pasado el o la que mañana me encuentre:

 Pero en este momento en el que me dejas, no puedo mover ni un solo musculo de mi cuerpo, por eso estoy seguro que mañana cuando alguien me encuentre bajo esta farola, sin dudarlo dirá “Este chico ha muerto por la mordedura de una vampiresa”.

 

Alejandro.


El escondite