Espero que aún me quede algo de ilusión, y no
haberla dejado toda en el camino. Tratando de demostrarte que lo único que
quiero, es tenerte lo más cerca posible,
al lado mío… tan cerca, que no me da miedo a derretirme con el calor que
desprende tu cuerpo, el único calor que me quita el frio.
Cuánto me has hecho sentir, sin apenas
habernos conocido. Cuatro palabras, diez letras, algo que no puedo contar, y
toda mi vida sabiendo que tú eras mi destino.
Ave de paso, espero que en eso no te hayas
convertido. Rabio por dentro, pensando que te he perdido… y si es así, contigo
se apaga mi ilusión, como ciego pierdo el norte, y se me escapa entre las manos
el rumbo de mi destino. Qué largo se me hace el camino, si tropiezo con unas
piedras, como a Don Quijote se me hacen molinos, cuanta oscuridad en mi mente,
la misma que en un lector de libros de caballería, que cree en los amores
prometidos.
Dicen que el honor de caballero no te deja
llorar, pues yo lloraré como poeta, que sin el amor no se puede expresar. Rompo una lanza en mi pecho, una lanza de
cristal, para que sus fragmentos encierren a mi corazón, en una jaula de tan
frágil material… con el objetivo de que quede preso, para no volverse a
enamorar.
Cuánto desasosiego, cuanta celeridad. Corro y
corro con la idea de reventar, no se vivir sin amar… cuanta hipocresía en
nuestros días, como se banaliza con el honor, regalar una flor, o utilizar sin
meditar la palabra amar. Quiero volar fuera de este lugar, arrastrando mis
cadenas para a las personas de bien poder alertar, no utilicemos en vano la
palabra amar.
Aquí plasmo con letras, lo que con palabras
no se contar… tu eres tú y mi deseo por ti es descomunal, cuanta hambre siento
cuando no te puedo besar, decora tu
entorno el que ya ni veré ni podré alcanzar, que yo de flor me vestiré para repartir
polen a la humanidad.
Nadavepo