Que terror recorre mi piel, erizando mi vello
y provocándome inmensos escalofríos. Terror a lo desconocido, terror a
atravesar el desierto candente y vacío.
Que pequeño me siento, soy un grano de arena
en este profundo espejismo. Busco amor y sólo encuentro cataclismos, camino
descalzo entre espinas de rosas… que no son rojas, sólo están teñidas de mi
sangre sudada en el camino.
Paso a través de una puerta sin dintel… y al
otro lado, ningún oasis, ningún riachuelo, ni tan siquiera unas gotas de rocio;
yo cada vez estoy más perdido.
Déjame paso, tremenda roca que bloqueas mi
caminar… déjame paso, o sólo me quedará tirarme al vacío, apiádate de mí, que
no tengo techo, ni comida, ni abrigo. Que sólo busco un poco de calor de hogar,
donde está ese amor que tanto ansío.
Sol achicharrador, viento abrasador, espada
afilada del destino… acaba con mi vida, que estoy débil, cansado y abatido.
Quiero desaparecer antes que llegue la noche, pues no quiero soñar ni una vez
más, con ese amor prometido.
¡Amor que juró, amor que se desapareció por
el camino!
Nadavepo.