Aún creo en la forma de expresar el amor, en
corazones de colores, en las paredes dibujados.
No pierdo la fe, en notas de cariño escritas
a mano.
Siempre confié en los amores desequilibrados
por la diferencia de edad.
Sé que me he quedado anticuado, por creer en
estas formas de amar del pasado.
Pero tengo que confesarte, que estoy de ti platónicamente
enamorado.
No sé cómo puedo quererte sin apenas
conocerte, como puedo desearte sin tan siquiera acariciarte, como en fin... puedo
soñar contigo, sin saber lo más básico de ti, aunque sean tus apellidos.
Loco triunfante, ido delirante, carnívoro pastando,
herbívoro comiendo carne. Cómo me gustaría tenerte delante, para reiterarte una
y otra vez que has sido y siempre serás mi amor platónico, de tal manera que
aunque Platón no hubiera existido, yo de igual forma te hubiera querido.
Arráncame de mí quietud y hazme andar hacia
ti, no te asustes si sangro por la nariz, es que la emoción me pone el corazón a
mil… sangrar es una forma de decirte, que estoy aquí para que hagas lo que
quieras de mí.
Me quedo en la forma de amar del pasado, donde no existía el reloj
y aún pasábamos por darnos las manos antes de besarnos. Quiero hablar de amor,
de futuros, de castillos, de tus muñecas, antes de desnudarnos.
Aún cuando te tenga delante, segundos antes
del preámbulo de perdernos en el séptimo cielo, yo te seguiré susurrando… amor
no sabes cuánto te necesite, mientras platónicamente te estaba amando.
Nadavepo.