sábado, 19 de agosto de 2017

El Autómata












  Acuérdate de mi cuando estés pensativa. Recuerda que no puedo esbozar ningún llanto, ninguna sonrisa, que tampoco puedo sentir el frescor de la brisa.

  Labios desdibujados me has dejado, hasta una mirada distante y fría, que poco me quejé cuando me maltratabas y yo pensando que me querías.

  Frio y gris he quedado, como el acero mal tratado. Inocuo para tu salud, veneno para la mía. Como quiero poder levantarme, pero el pesar del dolor es tan pesado como mi armadura.

  Ni entrañas me quedan, quedé vacío como el interior de una cueva. No puedo sentir ni rabia, ni impotencia, me conformo con poder mirar el brillo de las estrellas.

  Mundos lejanos me esperan, donde todos giran hacia la izquierda. Por locos los toman, pero sólo son almas que deambulan perdidos entre las tinieblas.

  Que será de mí… quedaré mudo, quedaré sordo, o me convertiré en el retrato de un corazón en pena. No siento, no padezco, sólo soy burbuja que con el vaivén de las olas tiembla.

  Acuérdate de mí cuando yo desaparezca… porque sentirás frio, no tendrás consuelo, y tu corazón se volverá de piedra. Porque jamás encontrarás a nadie que con mi desinterés te quiera.

  Te caerás muchas veces y cuando te levantes, pensarás que vuelas. Pero tus vuelos serán tan cortos, que no podrás salir, del pantano de la tristeza.

  Y aún así y cuando más desamparada te veas… yo estaré aquí como robot, que aun sin corazón, velará por ti todo cuánto pueda.




Nadavepo.






Brisa