Acuérdate de mi
cuando estés pensativa. Recuerda que no
puedo esbozar ningún llanto, ninguna sonrisa, que tampoco puedo sentir el frescor de la brisa.
Labios
desdibujados me has dejado, hasta una mirada distante y fría, que poco me quejé cuando me maltratabas y yo pensando que me querías.
Frio y gris he
quedado, como el acero mal tratado. Inocuo para tu salud, veneno para la mía.
Como quiero poder levantarme, pero el pesar del dolor es tan pesado como mi
armadura.
Ni entrañas me
quedan, quedé vacío como el interior de
una cueva. No puedo sentir ni rabia, ni impotencia, me conformo con poder mirar
el brillo de las estrellas.
Mundos lejanos me
esperan, donde todos giran hacia la izquierda. Por locos los toman, pero sólo
son almas que deambulan perdidos entre las tinieblas.
Que será de mí…
quedaré mudo, quedaré sordo, o me convertiré en el retrato de un corazón en
pena. No siento, no padezco, sólo soy burbuja que con el vaivén de las olas
tiembla.
Acuérdate de mí
cuando yo desaparezca… porque sentirás frio, no tendrás consuelo, y tu corazón
se volverá de piedra. Porque jamás encontrarás a nadie que con mi desinterés te
quiera.
Te caerás muchas
veces y cuando te levantes, pensarás que vuelas. Pero tus vuelos serán tan
cortos, que no podrás salir, del pantano de la tristeza.
Y aún así y
cuando más desamparada te veas… yo estaré aquí como robot, que aun sin corazón, velará por ti todo cuánto pueda.
Nadavepo.