No podría imaginar, que después de soñar
miles de noches con una misteriosa cortina, al correrla no aparecieras tú. No
puedo en lo más intenso del color de la nieve, obviar tus ojos rojos de loba…
que dolor para mi cuerpo si no me mordieras, amamántame con tu leche de canina
salvaje, dueña de Roma.
Cuánto desvelo sobre la imagen de tu sombra,
azul es el color de tus alas de mariposa. Arde mi cuerpo, cuando mi deseo sobre
tí llueve, droga que me encarcela a tu voluntad… polen de amapola, donde te
bañas para darle color a tus alas de mariposa.
Iluminas dentro de la luz, mi silueta de
sombras chinescas ¡cómo adoro tu indecoro dentro de tu esencia! Todos los
pasajes de tu vida, ni en el mayor de los tomos se pueden recoger, ni tan
siquiera en un libro de magia se pueden meter… pues el aire, la purpurina de
oro no la puede sostener, sólo la puede elevar para como aguacero dejarla caer.
Corro, no sé porqué, pero no paro de correr…
desavío de mi mente que no sabe nada más que hacerme correr, para ir a verte
como en un sueño, una y otra vez. Quiero apagar en tí el dolor de antaño,
refugiándote en el centro de mi ser, cobijando tu mente para que el dolor en
ella no se pueda establecer.
Me llaman loco, por creer en mundos
paralelos, pero es porque no saben que tú y yo, ya nos amábamos en el medievo.
Mi preciosa dama, diosa de mis sueños, préstame tus cabellos de hiedra para
escalar a tus aposentos… donde como mariposas del arco iris, nos apareemos.
Vos mi princesa sarracena, volemos alto y
lejos en vuestra alfombra voladora, tejida con nuestros sueños. Hagamos que
sobre la tierra lluevan pétalos, para cambiar el curso de los ríos y dar magia
al ser humano… y pintar lo que nunca se ha pintado, volcanes vomitando
corazones, para que el mundo pueda abrazarlos, transformando en amor el odio
más despiadado.
Nadavepo.