miércoles, 27 de mayo de 2015

Caminar junto a ti









Caminar junto a ti, es como correr peinando el viento.

Peinar el viento, es como no tocar el suelo.

No tocar el suelo, es como volar.

La sensación de volar

¡Es lo que me envuelve cuando estoy junto a ti!




Nadavepo.



viernes, 22 de mayo de 2015

Hermano









  Nos llamamos hermanos, pero nada más lejos de la realidad.

 La palabra hermano significa compartir, no solo lo material si no también lo sentimental y espiritual. Por eso creo que estamos perdiendo el nexo que nos unía en nuestra juventud y al que tanto nos gustaba abrazar.

En esa época estábamos mucho más unidos, aunque si hoy en día no lo estamos no es por mi culpa, pues no hago nada más que reivindicarte una y otra vez, que conmigo no tienes que ocultar nada, pues te quise en el pasado como eras y te sigo queriendo en el futuro como eres.

Ni que tengas mucho más o bastante menos de lo que tuviste, me haría dudar ni un solo momento sobre el cariño que te profesaba y el que te profeso.

No quiero que cuando leas esto, me mandes una réplica dándome una explicación que no entenderé, tu silencio me bastara para saber que me sigues queriendo.

Yo solo quiero que no te importe nada de lo que nos rodea y que confíes en mí como siempre lo has hecho, como un hermano que se apoya en otro ante las adversidades del tiempo.

Un abrazo a corazón abierto de alguien cuya vida no tendría significado, si tu no hubieses entrado en ella y me la hubieses iluminado.

Y por último te digo, que como un avión necesita sus dos alas para volar, nosotros necesitamos estar tan unidos como esas alas, para no naufragar.





Nadavepo.




lunes, 18 de mayo de 2015

Curiosidad











   Un hermoso día, paseaba yo por una amplia avenida de una gran ciudad. Alertado por una masa de personas que se dirigían a un polideportivo, mi curiosidad me invito a seguirlas.

  Una vez estuve dentro del recinto, me di cuenta de que se trataba de un mitin electoral y aunque yo no soy adepto a esta clase de eventos, decidí quedarme un rato. La algarabía era mayúscula, la gente hablaba en voz alta y zarandeaba banderas, esperaban la entrada de su líder. Por cierto este se hizo esperar, tardo media hora más en llegar de lo previsto.
   
  Cuando el líder entro, tengo que reconocer que me asuste un poco, la masa de personas se puso en pie, gritando, aplaudiendo, chiflando y pataleando sobre las gradas, por un momento creí que el edificio se nos caería encima.

  Tengo que deciros aunque os asombre, que pensé que había viajado en el tiempo a la antigua Roma, el líder entraba escoltado por sus centuriones y alabarderos, con un sequito de meretrices, bufones y retratistas, era increíble la presentación tan estudiada tanto en sus cánticos, como en sus movimientos y danzas.
 
  Cuando el cesar llego al atril, se hizo un silencio espectral entre la multitud, este carraspeo su garganta  y empezó su discurso, al principio de este hablaba y hablaba de las mejoras que haría para el populacho, la gente se desgañitaba gritándole su nombre y llamándolo presidente, algo que yo no entendía  pues ya lo llamaban por un nombre, que en el mejor de los casos todavía no le pertenecía.

  La segunda parte de su discurso la baso en descalificar a sus rivales, en llamarlos enemigos y en sacar todas sus faltas, como si él no hubiera cometido los mismos errores que sus opositores. 

  ¡Ay hice una reflexión!, si nuestro estado es una democracia, no sería mejor no descalificarse, no buscarse enemigos  y ganase quien ganase las elecciones ir todos a una a mejorar nuestro país.
  
  Pero me di cuenta que eso era imposible, porque mi país basa su política  en los cimientos del odio, la envidia y la descalificación, pude apreciarlo al oír los comentarios de la gente que me rodeaban y los del propio cesar.

  El líder se afanaba en sacar los aplausos y vítores de la masa borreguil, yo podía leer en su mirada que el para su interior se decía, ustedes votarme y asegurarme la entrada al reino de midas, que luego os darán por detrás y si me buscáis nunca estaré.

  Quede tan desencantado de aquel circo, que hubiera preferido estar en el de la antigua Roma, así que decidí salir de allí sin demora antes de ponerme a vomitar.
 
  Una bocanada de aire fresco me volvió a mi ser, por lo que decidí seguir mi paseo y no volver la vista hacia atrás, con el miedo en el cuerpo de poderme de esos energúmenos contagiar y convertirme en estatua de sal.




Nadavepo.





Brisa