Una calzada me llevo hacia ti, una calzada
romana en su pleno apogeo, pues tú eras el centro de todo lo que los seres
humanos conocemos como bello.
Diente de león, eucalipto, cola de caballo o
ginkgo biloba… tú lo mezclas todo explotando como una ola, salpicando de amor
cada rincón del verde corazón de la naturaleza.
Pues sólo puedo acreditar que de ella eres su
realeza, mariposa, abeja, y miles de
esporas que por el aire flotan fecundándolo todo para mantener tú corona.
Me has ofrecido un lugar a tu lado, y como
paladín lo defenderé… pues proteger tu corazón es protegerme a mí y al
bienestar del saber vivir.
Globo, cirro o nube, cabe cualquier emblema en
tu escudo pues eres aire puro, que al respirarte todo lo conviertes en paz y
armonía… y no tengo que correr la cortina para que se vaya la melancolía.
Déjame besar el caño de tu fuente, quiero que
me hagas un ser diferente… y sé que como en un cuento, si me besas podré ver
las estrellas más recónditas y los planetas más relucientes.
Habitaremos en el coral más desconocido y para
mi descanso me acunaras en el lecho marino… pues todo es extremadamente
diferente cuando estoy contigo.
La danza de apareamiento será el emblema de nuestro
sueño, pues me haces perder la cabeza
cuando giro bailando contigo… es el último recurso que le queda a este mundo
para romper con la maldad que nos quieren impostar.
Y como vikingos quemaremos en las piras
funerarias… a esas hojas que después de cien años se desprendieron dejando la
huella de sus vidas en cada árbol.
No dejare de encalar las paredes con el sudor
que en los momentos de pura pasión se desprendieron de nuestros caldeados
cuerpos… haciéndolos cristalinos como espejos pulidos en lo más fino, para ver
tu rostro una vez hayas desaparecido.
¡Te amo joder!
Alejandro Maginot