Quise pasar de niño a adolescente, pero no me lo creí pues no me sentía diferente.
Quise pasar de adolescente a adulto imberbe, pero mis muñecos tiraban de mi mente.
Creía que aunque mi cuerpo crecía, como niño
me quedaría eternamente.
Hasta que llegaste tú no me di cuenta que ni
era niño ni tampoco adolescente, ni tan siquiera llegaba a adulto consecuente.
Pero descubrí un tesoro diferente a todos los
tesoros acaudalados en mi vida, no tenía cofre ni cerradura ni estaba envuelto
en papel liado con ataduras.
Me di cuenta que ese tesoro además de madurez
me daba sacudidas que crujían mi alma, ¡qué cosa más extraña!, pues nunca me
había sentido tan raro con ese tesoro en las manos… al cual tu llamas “amor”.
En un segundo de tiempo olvide todas mis
travesuras y juegos, sólo sentí por dentro la necesidad de guardarte fidelidad,
como antaño hice con mis aguerridos muñecos.
Dime de que planeta vienes, pues me has
borrado de la mente mi infancia, juventud y madurez, ahora sólo se querer a una
dulce dama que es mi muñeca de porcelana.
Alejandro
Maginot