Espérame
en la esquina, donde nos besamos por primera vez a los doce años… ¡espérame!
aunque veinte años hayan pasado.
Y
es que el amor florece, aun estando a larga distancia… seas tú la más profunda
raíz de un árbol, o yo la más alta de sus rama.
Bajare
por la cuesta de la calle, por donde un día nuestros amores habían rodado…
volveré a darte aquel primer beso, que fue la primera caricia de tus labios.
Aguárdame
con la cabeza bien alta… aunque a nuestro paso, se asomen los vecinos que de
niños nos habían criticado.
No
lo entiendo, nunca lo he asimilado… como no pudieron entender, que solo fueron
unos caramelos prestados.
Inocencia
pura la que nos embargaba… y la que aún seguimos conservando.
Siempre
pensare, que amar no es pecado… aunque algunos crean que de pequeños no se
puede estar enamorado.
Y
si hace falta…
Me
pondré de rodillas, ante la sociedad que nos había mancillado… para que dejen
que se junten, dos corazones que se habían exiliado.
Nadavepo.