Te tengo en la cabeza, pero no puedo cruzar
el río. Tú paseas por juncos, los cardos se han vuelto mis amigos; Las
mariposas te acompañan, yo sólo escarabajos piso; Tú caminas por la arena de tu
orilla, yo en el fango estoy metido. ¡Que dolor! ¿Por qué tiene que ser tan
ancho el río?
Te tengo en mi mente, y me esfuerzo para
cruzar el río. Te oigo cantar, mientras yo en este lado suspiro; tú recoges
flores, yo sólo gusanos de río; Tú puedes ver la claridad del cielo, yo sólo
veo la oscuridad del suelo. ¡Qué pesar! ¿Por qué tiene que ser tan ancho este
río?
Te tengo en mi sien, y trato de cruzar el río.
Te veo danzar en la otra orilla, mientras yo gimo; tú corres y saltas, yo por
el lodo estoy impedido; la luz ilumina tu rostro, mi cara se oscurece por el
pesar. ¡Qué angustia, que ancho se torna este río!
Te tengo en mi corazón, y hasta aquí aguanta
mi razón. Por eso voy a cruzar este río, me da igual que sea tan ancho como el
Nilo, agotaré todas mis fuerzas nadando a tu encuentro, pero si muero en el
intento… ¡Recuerda! que yo seré todas aquellas cosas, que desde la otra orilla
vi, que te hacían enormemente feliz.
Nadavepo.