Árbol, que con tu savia me amamantas, que con
tu corteza me abrazas, que con tus raíces forjas en mí, el credo de la constancia.
Nazco ciego en tus entrañas, y hasta que vuelo tu eres mi fortaleza, mi
esperanza.
Árbol,
que con tus brazos das curso a los ríos, y con tus pulmones oxigenas mi alma.
Confortado en tu sien estoy, mientras tú la roca abrazas.
Querido árbol, que con tus tentáculos
profundizas hasta donde no hay quebrar, ni maldad, ni se asoma la desesperanza.
Es ahí, hasta donde tus raíces alcanzan,
es ahí donde quiero tener mi última morada.
Brama mi quejido, mi aliento te aclama, y
rezo por que no desaparezcas, porque los hombres vuelvan a su cordura, y no te
claven el hacha. Dejad que crezca, contemplar como ama, y dejar que la vida
vuele por sus ramas.
Episodio amargo, cuando talan tus piernas y mueres entre la oscuridad y el fango. Tu
muerte arrastra a mil muertes más, y estos imbéciles todavía no se acaban de
enterar.
Y si tú mueres, yo quiero morir a ti
abrazado, dejando que mi corazón se apague mientras tus hojas se van secando… y los dos abrazados en nuestro últimos suspiros,
demostraremos a los seres humanos, que al perderte a ti, perderán la esperanza
de dejarle a su progenie, un mundo más sano.
Nadavepo