Bailando con el corazón, siempre en sintonía con
dos cuerpos que despliegan toda su armonía sobre o bajo la esfera del reloj... porque es el ritmo al que se mueve nuestro corazón.
Alejandro
Maginot.
Bailando con el corazón, siempre en sintonía con
dos cuerpos que despliegan toda su armonía sobre o bajo la esfera del reloj... porque es el ritmo al que se mueve nuestro corazón.
Alejandro
Maginot.
Nací en los suburbios de Hanói, por eso me
movía por ellos como rata en su laberinto de cloacas. Me apuñalaron tres veces
y esquive unas cuantas de balas que casi me matan… pero quizás el miedo no era
mi prioridad cuando había nacido rodeado de tanta miseria.
No se puede
morir cuando el agua contaminada no te mata, al menos eso era lo que yo
pensaba. Por eso, por llevar algo de comida a mi familia todo lo arriesgaba…
cuerpo, alma y vida. Y como a un perro callejero los sentidos se me agudizaban,
por lo que si tenía que robar usando la violencia robaba.
La vida es corta cuando vives en semejante
ambiente, ¡pero quien pensaba en la vida cuando estabas rodeado de tanta
muerte! Lúgubres pasillos recorría por mi mente y todos ellos me llevaban a
sobrevivir contracorriente.
Me hablaron de reinserción, como si hubiera
sido yo el que eligiera mi condición. Es muy bonito hablar de reinserción
cuando tú vives al otro lado del telón,
fácil vida que te hace más bueno cada vez que reivindicas: ¡ayudemos a
las personas que viven en los guetos!
Huía cada vez que me perseguían… o bien por
los tejados o por los más oscuros subterráneos, el caso era no dejarme atrapar
pues tenía que cuidar a mi familia de las sombras, en especial a la más pequeña
de mis hermanas, que escribiendo poesía creía que un buen futuro tendría, no
sabía que se equivocaba, que la gente miserable sólo vive del hambre.
Siempre la mantuve con ilusión, pues quería
sacarla de aquellas desastrosas barracas, así que alimente su espíritu quizás
con falsas esperanzas, pero con mi tesón personal por darle mejor vida que la
que yo habitaba.
En mis manos cayo un libro que devore con
ferocidad pues me hizo cambiar el concepto que yo tenía sobre mí. Esta novela
se titulaba “Robin Hood”, desde ese momento quede como pecador al que el
sacerdote le da la absolución, pues saque la conclusión que quien roba a los
ricos para alimentar a los pobres tiene cien años de perdón.
Continuará…
Alejandro Maginot.
Mi alegría puede ser la alegría de otros, esta
reflexión me ha llevado a crear este cuento... donde los seres animados levantan
un mundo donde la alegría puede ser contagiosa.
Alejandro
Maginot.
Cuantas frases dedicadas al amor y todas
incumplidas. Millones de veces hemos oído “haz el amor y no la guerra” y
ninguna vez lo hemos conseguido.
Y es que como dijo alguien hace mucho tiempo “del
amor al odio sólo hay un paso” y cada día lo demostramos con más vehemencia.
Pues yo me pregunto: ¿Sí ya tenemos a la
naturaleza, que cuando se enfada acaba con miles de vidas y sabemos que eso es
imposible de evitar? … Porque no acabamos con las guerras, que eso si está en
nuestras manos.
Alejandro Maginot
No te ofendas porque te comparen con un animal ¡Quizás no lo comprendas! … Pero si sabes escuchar atentamente, entenderás lo que para algunas personas significas.
Alejandro
Maginot