domingo, 19 de febrero de 2023

Suburbios

 




 Nací en los suburbios de Hanói, por eso me movía por ellos como rata en su laberinto de cloacas. Me apuñalaron tres veces y esquive unas cuantas de balas que casi me matan… pero quizás el miedo no era mi prioridad cuando había nacido rodeado de tanta miseria.

 

No se puede morir cuando el agua contaminada no te mata, al menos eso era lo que yo pensaba. Por eso, por llevar algo de comida a mi familia todo lo arriesgaba… cuerpo, alma y vida. Y como a un perro callejero los sentidos se me agudizaban, por lo que si tenía que robar usando la violencia robaba.

 

 La vida es corta cuando vives en semejante ambiente, ¡pero quien pensaba en la vida cuando estabas rodeado de tanta muerte! Lúgubres pasillos recorría por mi mente y todos ellos me llevaban a sobrevivir contracorriente.

 

 Me hablaron de reinserción, como si hubiera sido yo el que eligiera mi condición. Es muy bonito hablar de reinserción cuando tú vives al otro lado del telón,  fácil vida que te hace más bueno cada vez que reivindicas: ¡ayudemos a las personas que viven en los guetos!

 

 Huía cada vez que me perseguían… o bien por los tejados o por los más oscuros subterráneos, el caso era no dejarme atrapar pues tenía que cuidar a mi familia de las sombras, en especial a la más pequeña de mis hermanas, que escribiendo poesía creía que un buen futuro tendría, no sabía que se equivocaba, que la gente miserable sólo vive del hambre.

 

 Siempre la mantuve con ilusión, pues quería sacarla de aquellas desastrosas barracas, así que alimente su espíritu quizás con falsas esperanzas, pero con mi tesón personal por darle mejor vida que la que yo habitaba.  

 

 En mis manos cayo un libro que devore con ferocidad pues me hizo cambiar el concepto que yo tenía sobre mí. Esta novela se titulaba “Robin Hood”, desde ese momento quede como pecador al que el sacerdote le da la absolución, pues saque la conclusión que quien roba a los ricos para alimentar a los pobres tiene cien años de perdón.

 

 Continuará…

 

 

Alejandro Maginot.

 

 

2 comentarios:

  1. Bravo, ya tenia ganas de que nos contaras alguna historia ymirá por donde aqui la tenemos.
    En la vida no todos tenemos la suerte de vivirla de la misma manera, el lugar, las circunstancias y la familia nos condicionan.
    El personaje de dicho texto lo has creado en un ambiente donde no es muy favorable sobrevivir, él se ve en la necesidad de realizar acciones desagradables para poder sacar a su familia adelante hay no cabe miramientos, si hay que utilizar la violencia ella es la mano amiga.
    Pero siempre hay un detonante, en este caso no fue una bomba, o un navajazo, sino un libro quien abrió la mente de nuestro protagonista, descubrió que hay otras maneras de salir de esa vida miserable que le rodea... Bueno eso lo tendrás que ir diciendo tú con tus letras, y los demás iremos viendo como transcurre la vida de este vietnamita.
    Gracias, por tenernos pensantes hasta ver como evoluciona, ¡¡Suburbios!!
    Un abrazo, feliz semana.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gratitud infinita admirable amiga Campirela, intentaremos seguir la historia de este sobreviviente de corazón acerado, por la vida que le ha tocado vivir, dura, insensible y devastadora para cualquiera que no haya nacido en un suburbio como el de Hanói.
      En esos lugares, el instinto y la inteligencia son los mejores dones para poder sobrevivir a todos los infortunios que te prepare el destino.
      Por eso su dureza la utilizara para dar de comer a su familia y sobre todo para intentar darle una vida mucho mejor a su hermana poeta.
      Así que gracias por todo y por esos ánimos incondicionales, besos con cariño desde el sur y buen comienzo de semana.

      Eliminar

Brisa