Que maravilloso es tirarse de cabeza a la
vida, contagiado por tu corazón loco.
Correr por las aceras silbando melodías, como
pájaros liberados de sus jaulas ennegrecidas.
Meternos en las fuentes, aunque todo el mundo
nos llame dementes.
Corretear como adolescentes, sin miedo a
quedarnos tontos, por golpearnos la frente.
Deslizarnos por los barrancos, patinando sobre
el barro, aunque al llegar abajo, tengamos otro color.
Saltar sobre la paja, desde la ventana más
alta del granero, soñando que en esa caída podremos alcanzar el vuelo.
Dialogar con los perros que encontremos por
la calle, contándole como nos convertimos en poetas locos.
Saludar al señor grillo que encontremos con
bigote, hacerle una reverencia al escarabajo, que como canica en el suelo
rebote.
Pasear bajo la lluvia, utilizando como
paraguas un girasol; y descalzos pisar los charcos, salpicando a los sapos que
tengamos alrededor.
Hacer pipí en la cuesta más alta, para ver
quién de los dos alcanza la distancia más larga, y con amapolas coronar al
ganador.
Tomar una taza de chocolate, para poder
reírnos al ver, cómo quedan nuestros dientes reflejados en el escaparate.
Bañarnos en el embalse desnudos, mientras
bajo el agua agarras mi pene, diciendo que has atrapado al gusano loco del
pantano.
Gracias amor mío, por arrastrarme a vivir la
vida, a través de tu corazón loco.
Alejandro Maginot