Intento escribir una carta, pero sólo me
salen dibujos, esos dibujos que tu dejaste impresos en el pasado. Que yo ahora
trato de dilucidar, intentando descubrir lo que por tu corazón había pasado, al
pintar todo un planeta para ponerlo en mis manos.
Tú que me has protegido, tú que eres el que más me ha amado, me educaste para ser
fuerte y que no me temblara el pulso al acometer cualquier acto… pero hoy me
tiemblan las manos, al intentar dibujar lo que tú me habías enseñado.
Muchas veces al ver tus acuarelas, pensé que
era tu corazón el que pintaba y no tus manos; y yo incapaz de dibujar tu rostro,
ni tan siquiera tú cabello plateado… y eso que aún estando lejos yo te veo a mi
lado.
Cuánto amor sobre la tierra has dejado, fuiste
el hombre más íntegro y humano que jamás en mi vida me haya encontrado… y
aunque ya nadie pronuncia tu nombre, son sus corazones los que te recuerdan sin
haberte olvidado.
Maestro de lo natural, lo sencillo, lo justo,
lo educado; de los animales decano, y de la floresta sabio. Por eso todo y
todos querían estar a tu lado, mientras yo me sentía privilegiado porque tú me habías
creado… como dibujo, como ser humano.
Nadavepo.