miércoles, 30 de noviembre de 2016

¿Dónde?












  Yo sudé, pataleé y vagué por todos lados. No me sonrió la vida para nada… o si, no sé.

  Creo que pase años duros, tirado sobre la tierra, envuelto en fango, clavado en el lodo, bajo la lluvia, a muy altas temperaturas casi asado por el sol, comiendo arena del desierto, bebiendo agua sucia.

  Estaba a veces cansado de vivir, al borde del abismo más de una vez. Es  jodido todo lo que nos rodea y a veces no lo vemos.

  Tú me decías que no te importaba nada, que seguirías a mi lado por siempre… hubiera sido duro para tí, yo no tenia buen carácter, no era alegre, no tenia fé, no entendí muchas cosas que aún sigo sin entender.

  Te amo, me replicas. Ya lo sé, pero ahí están los recuerdos que yo dejé lejos para no contaminar mi alma ni mi mente.

  Es el sino de una esperanza,  jamás alcanzada pero siempre idealizada, comandada por un corazón mecánico no por el corazón humano.

  Amado sin amar, amando sin desear, querido sin querer, queriendo sin respirar. Te he contado mi vida en pocas lineas, ha sido genial  compartir sin que te compartan y que te compartan sin tu querer.

  Pedir  sin necesidad, es como decirte que me ames cuando ya sé que me amas. Pero necesitar y no pedir, es como perderme tu amor por no pedírtelo.





Nadavepo.




lunes, 21 de noviembre de 2016

El recuerdo












  Llegan malas fechas, le doy vueltas a mi mente y me digo apesadumbrado: necesito a mi padre, lo necesito aunque sólo sea una vez más.

¿Dónde estás?

  Quiero recoger el musgo, ese musgo que recogíamos juntos para montar nuestro Belén.

  Quiero sentir su mano en mi hombro, mientras con su dedo me señala la dirección, hacia donde tiene que mirar la estrella de oriente.

  Quiero que me trace el curso de los ríos que bajan de Jerusalén, que levante las verdes montañas donde pastorean las ovejas, que asiente esas palmeras, que sólo él sabe dónde colocar.

  Quiero que me indique donde arrojar el serrín, para crear el desierto que rodea al oasis, donde todos los años sacio mi sed junto a él.

  Coloca padre a los personajes dándoles vida, apaga a los que no pueden ser en esta historia, como lo es Herodes y sus secuaces.

  Condiméntalo, con tu amor, tu cariño y nuestra complicidad, tres ingredientes necesarios para volver a tierra santa una vez más.

  Pero ya ves que injusta es la vida, en ese último año perdí las tres figuras más importantes de mi Belén, perdí a mi padre Rey, perdí a mi padre Ángel y perdí mi rumbo, al perder a mi padre estrella.

  Por eso padre, desde donde estés, mándame tu luz esta Navidad, para poder juntos, nuestro Nacimiento volver a montar.





Nadavepo. 




miércoles, 16 de noviembre de 2016

Tu beneplácito











  Una idea o un lapsus, algo de lo que hablar o algo que omitir, quiero contar una historia o quizás escribir un poema.

  Dos líneas, tres borrones, cuatro palabras, tres tachones, un borrador encogido y arrojado a la papelera.

  Musas que vuelan sin dejarse cazar, para ser plasmadas en un papel.

  Memoria que llega tarde, fragmentada en trozos que arrugan los recuerdos.

  Café, horas de desvelo, madrugadas sin cuartel y cuando por fin creo que he acabado algo, cuando pienso que puede haber palabras que transmitan sentimientos o ideas, no me siento satisfecho, tal vez frustrado.

  Ni yo mismo me entiendo.

  De todos modos me da igual, nunca creo haber acabado nada. Tú sabes, que sólo tengo una forma de averiguar que he acabado un relato, que he escrito un poema, que ya está listo para lanzarlo al aire.

  Comienzas a leerlo, tu voz vibra de emoción, haces pausas interminables, analizas cada frase, ahíncas en las palabras que te calan. Es entonces y solo entonces, cuando tú has acabado de leerlo, cuando yo sé que está acabado, es el momento en el que el poema merece la pena.

  Tú eres el visto bueno, para que a mis obras le crezcan alas y echen a volar. Ahí quedo tranquilo, es en ese final cuando suelto el papel y lápiz, dejando descansar a mi corazón emocionado.

  Me miras, me apremias y yo sonrió.




Nadavepo.



lunes, 7 de noviembre de 2016

Mi último viaje












  Tengo miedo, mucho miedo. Todo se debe a este último viaje que voy a realizar en mi vida.

  Un viaje sin  trayectos, sin paradas, ni tan siquiera estaciones. Un último camino que he de recorrer sin la compañía de familiares o amigos, sin gentes que deambulen a mí alrededor, ni tan siquiera tú puedes acompañarme.

  Te escribo estas líneas, antes de entrar en la oscuridad de este desconocido y macabro viaje, debo darme prisa antes de que la tinta se diluya o se pulverice el papel… así que escúchame atentamente antes de que se apaguen mis recuerdos, antes de que se quiebre mi ilusión al ver como tu cara se va difuminando.

  Pierdo los sentidos lentamente, pero aún en el estertor de mi pecho ante la caída del telón negro, tengo que decirte que nací en tí… que brille bajo tu luz, que fuiste el diccionario que me desvelo el significado de la palabra amor, que descubrí que el azúcar no es la dulzura que la dulzura eres tú. Derramo unas lágrimas, impotente por no poder grabar mi voz, voz con la que te diría… que fácil fue amarte, que dulce me has hecho la vida, alárgame por ultima vez tu mano y traspasaré esta oscuridad sin temor.

  Y si no regreso.

  Y si no te llega mi eco.

  Recuerda que estaré, en todo aquello que toquen tus manos.





Nadavepo.




Brisa