lunes, 29 de mayo de 2017

Rézame la palabra Amor












   Con doce años, en una clase de religión. El señor sacerdote me pregunta…
¿Qué es el infierno Alex?
   Yo respondo.
Estar lejos de ella.
  El sacerdote queda extrañado, parece no entender. Por lo que vuelve a preguntarme.
¿Y la gloria?
  Seguro de mí le respondo.
Estar en sus brazos.
  Cuando alcanza a comprender de lo que le estoy hablando, me contesta muy aireado.
Sal de clase, quiero que vayas al despacho del director. Y por supuesto hasta que no rectifiques, tendrás suspensa la religión.
  Antes de salir del aula, me vuelvo dirigiendo mi mirada hacia sus ojos, y le fulmino con unas palabras.
Ustedes predican el amor hacia tus semejantes, predican la unión entre dos personas. Pero ahora que usted ve el amor puro entre dos adolescente, en su cabeza y en sus retorcidas entrañas sólo ve perversión y lujuria. Probablemente será por la represión a la que usted ha estado sometido. O no, puede que usted lleve en sus genes el sabor a la envidia de ver a los demás felices. O quizás su amargura no tiene precedentes… sea lo que sea, le diré que jamás podrá empañar un amor inocente, con sus amenazas manidas por los años. Y si considera suspenderme, suspéndame aquí y ahora, porque también me tendrá que suspender en la otra vida. Porque ni usted ni nadie, impedirá que la ame tan limpiamente como sus ojos no son capaces de ver. La amaré por encima de todo, hasta por encima de Dios, y si eso me condena al infierno, sepa usted que hace tiempo que estoy ardiendo… pero de frenesí, de gozo en el alma, de mariposas aladas atravesando mi estómago.
  Sé que mi suerte, es no vivir en la época de Torquemada. Porque seguro que me hubiese mandado a la hoguera, pero le recalcare que ni trescientas hogueras me harían desistir, de conjugar el verbo amar por ella, querer por ella, desear por ella, y una cosa que usted jamás podrá sentir… sufrir por ella.
  Acabado queda mi discurso, y si por un atisbo de esperanza algo le llego al corazón, me sentiré orgulloso de haber sembrado la semilla de la compasión en su persona.



Nadavepo.




martes, 23 de mayo de 2017

Mi Barca











  Quiero una barca que no esté amarrada, que no tenga dueño, con la cual poder surcar los océanos en inocente libertad.

  Quiero una hermosa barca, en la que su proa se pose sobre la arena y su popa descanse sobre la mar.

  Quiero una preciosa barca, que no tenga nombre, y ni tan siquiera se pueda bautizar.

  La quiero, con la atracción con la que el acero es atraído por el imán. La quiero sin velas, desnuda como nació, que yo pondré los remos en los que se pueda apoyar.

  Guíame barca mía, sobre una estela que nos lleve a un apreciado final, donde las tortugas nos saluden alegremente y los flamencos no nos dejen de reverenciar.

  No quiero pisar tierra, sólo quiero contigo en alta mar estar. Por techo  tendremos las estrellas y por suelo el infinito mar.

  Quiero descansar sobre tus cuadernas, mientras el rumor de las olas con sus nanas nos adormecerá. Y cuando llegue el amanecer, un horizonte nuevo me dibujarás... Para recordarme, que en esta vida sin ti no quiero estar.  





Nadavepo.





Brisa