Como puedo valorar, a la persona que me libero de las profundidades, de los más tenebrosos pantanos. Que me animo a cruzar por los trigales en agosto, a más de cuarenta grados de temperatura. Que me ayudo a andar, cuando no me respondían las piernas. Que sostuvo el vaso de agua en el que bebía, cuando me temblaban las manos. Que sudo, con los mismos miedos que a mí me aterrorizaban. Que me vacuno contra el amor mezquino e interesado. Que viajo conmigo a la luna, en un solo sueño compartido.
Por todas estas
cosas, no puedo considerar a este ser humano, como mi mejor amigo, le digo
hermano y también me equivoco, solo puedo llamarlo mi alma gemela, pues todo lo
que hemos realizado juntos, lo hemos hecho al unísono.
Levanto mi copa, y
brindo por las personas que hayan encontrado en el periplo de su vida, a un ser
que este forjado de una calidad humana tan desbordante, como la del compañero
que jamás me abandono en momentos críticos, aun a riesgo de su propia vida.
A tenor de todo esto
que cuento, os digo, que firmaría un pacto con el diablo, en el que dijera que
cien años que volviera a nacer, quisiera hacerlo junto a mi mejor y único
amigo.
Fdo: Ndavepo.