martes, 28 de octubre de 2014

La partitura de tu cuerpo











 Estaba en vela una noche más, me dirigí hacia la cocina pensando que las musas de mi inspiración me habían abandonado. 

Apesadumbrado levante la mano y abrí el armario de cocina sacando una taza, me prepare un café bien cargado ya que una vez más me esperaba una noche muy larga.

 En mi mesa de trabajo removía borradores de partituras que tenía allí amontonadas, a ninguna le encontraba sentido, yo buscaba sacar de dentro de mí corazón esos pentagramas adornados de notas que te dijeran lo enamorado que estaba de ti, aunque nunca te lo demostré y eso había creado una fractura entre nosotros.

 Tú nunca me pedías sexo pero si amor,  yo siempre te pedía sexo y casi siempre sin amor, y lo nuestro se desmoronaba, porque yo no sabía unir el sexo con el amor y tú no sabías pedir sexo, pero si dar mucho amor,  yo quería aprender que las dos cosas van cogidas de la mano y si las sueltas la distancia se agranda, es entonces cuando se pasa del amor al dolor.

 Yo insistía, y de mi pluma no salía ninguna nota que dijera lo que yo sentía por ti,  me desesperaba, lloraba y emborronaba el papel, de nuevo vuelta a empezar. Notaba como mi pluma temblaba y mi corazón se partía cuando yo en mi mente te veía, pero decirte te amo con mi música no sabía, y de nuevo otra partitura partía.

 La noche pasaba yo agotado estaba, y esa canción de amor no encontraba. Llegado el alba mis ojos se entrecerraban el cansancio me vencía y sin ofrecer un ápice de lucha más yo me rendía, me abordo el sopor y me dormí.

 Y caí en ese trance, en el que se encienden las farolas de las calles de tu mente, donde las ideas empiezan a detenerse en las puertas del encantamiento, esas con las que sabré decirte con música lo que no se decirte con palabras. Y tu estas ahí, totalmente desnuda con las notas tatuadas en tu cuerpo, las leo y las interpreto y me deleito jugando con ellas, tú las ordenas para mí creando música y suenan timbales y trompetas, tu derrumbas murallas y acortas metas, lo haces todo fácil, amas y sueñas y yo busco el punto final entre tus piernas.

 Una orquesta de colores salta sobre nuestras cabezas, y nos borra errores pasados y nos acerca, tú con la clave de sol me iluminas y me das fortaleza, yo quito una nota negra y tu una blanca me entregas así compartimos y creamos con pentagramas como escaleras, y yo quito y tu pones delicadeza, mientras yo sigo enredándome entre tus trenzas, es un aplauso apoteósico lo que me dan las farolas de mi cabeza, por haber creado la música que te dejara presa de mis semicorcheas.

 Y desperté de ese trance, y allí estaba la partitura sobre mi mesa, dude que aquello hubiera salido de mi cabeza, pero recordé que no había sido yo si no tu ternura y delicadeza con las notas que en tu cuerpo había prendido la naturaleza.


 Corazón tu música en tu cárcel me apresa, mientras yo aprendo a unir sexo con amor y delicadeza.



Nadavepo.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Brisa