Me
sentía tan invencible, que jamás pude imaginar que pisaría un hospital… de
sopetón me veo sólo en un rincón, entre batas blancas y sombras negras.
Crucifijo inverso, que no me produce ningún
consuelo… hojas de papel, donde se supone que está escrito mi nombre, adornado
con otros nombres de diagnósticos
medicamentados y por epílogo, lo que los cirujanos me van a hacer.
De creerme un superhéroe, me vuelvo un ser
indefenso y vulnerable… acobardado ante
lo que no entiendo, sobre todo por no sentir la brisa del viento en mi rostro y
sobre mi piel.
Enjaulado estoy como pájaro asustado, ¿dónde
está el benefactor que me pueda liberar?... quizás no está aquí, tampoco allá,
sólo me queda aprender a resignar.
¡Qué triste estoy!
Nadie
me visitó en el hospital, ni un beso de cariño, ni una mano de amistad… una
lágrima recorre mi mejilla, pues dudo que un alma caritativa llegue, para
consuelo poderme dar.
Y tengo ganas de gritar ¡No hay vacaciones,
ni fiesta, ni carnaval! tampoco paseos a la orilla del mar… sólo tengo la triste
y monótona rutina, dentro de un habitáculo que lo llaman hospital.
Dedicado a los que pasan, a los que sufren, a
los que les duele… sobre todo a los niños, porque ellos que culpa tienen.
Nadavepo.
Esa es la realidad, la soledad unida al dolor crean el desaliento y la desazón a los enfermos, pero si aprendes a tener una actitud positiva es más fácil sobrellevarlo.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo contigo querida amiga. Gracias por tu comentario, un beso.
ResponderEliminarEs muy doloroso verse así solo en un hospital, deseo que nadie pase por eso, mucho menos los niños, la inocencia nunca debiera ser castigada. Gracias Alex por ser como eres y mostrarte al mundo. Besos
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