“Sucio” era
el nombre con el que llamaban a este perro callejero, prueba viviente de lo
cruel que puede ser el abandono de un perro. Lo llamaban así por su pelaje
marrón y blanco sucio, abandonado por su dueño se había buscado la vida en las
calles de la gran ciudad, comiendo las sobras que encontraba en los
contenedores y enfrentándose a la dureza de un mundo que era cruel con él. Su
corazón herido por el maltrato, se había llenado de desconfianza hacia los
humanos.
Sucio, se había refugiado en un solar abandonado,
justo en la calle por donde pasaban los niños al salir del colegio. Cuando los
veía el miedo y el resentimiento lo invadían. Les ladraba y le enseñaba los
dientes, asustándolos para que no pasaran por la calle. Los niños aterrados,
tenían que dar un rodeo enorme, lo que hacía que tardaran mucho en llegar a
casa. Sucio con su aspecto desaliñado y su corazón roto, se había convertido en
el guardián de la calle.
Pero un día todo cambió, salió del colegio un
niño ciego llamado Joel. Este niño, al no poder ver los dientes de Sucio, solo
escuchó los ladridos que para él sonaban como una invitación del perro. Sin
miedo se acercó y le extendió la mano. Sucio, al sentir que el niño no lo veía,
se dejó acariciar con un poquito de recelo. Joel le dio una gominola que
llevaba en el bolsillo; Sucio que jamás había probado algo tan dulce, se quedó
alucinado.
Ese simple acto de bondad rompió el hielo.
Sucio empezó a esperar a Joel todos los días con ilusión, y Joel con la
sabiduría de un niño que ve con el corazón, le enseño que no todos los humanos
eran iguales. Le dijo que había niños buenos y entre ellos algunos traviesos, y
que no debía castigarlos a todos. Le pidió que dejara pasar a los niños, para
que no tuviesen que dar tanto rodeo y llegaran a su hora a casa.
Sucio, poco a poco empezó a confiar en los niños pero no tanto en los adultos. Los ladridos se convirtieron en suaves gruñidos y luego en juguetones gemidos. Día a día, se hizo amigo de todos los niños. Ellos en agradecimiento le llevaban comida y chuches… Y al final, a petición de Joel su madre acogió a Sucio en su casa. Y el perro abandonado, el guardián gruñón de la calle había encontrado, por fin, un hogar y una familia. Y su corazón, antes lleno de rencor, ahora estaba lleno de amor.
Continuará…
Alejandro Maginot
Bueno, bueno, que cosa más bonita, Sucio se va a convertir en el mejor amigo de Joel, espero que no pase alguna desgracia, aunque no sé, me da que algo va a ocurrir, pero esperaremos a ver que pasa . Un bonito cuento.
ResponderEliminarUn abrazo, feliz noche.