domingo, 5 de octubre de 2025

El ratoncito Remy

 




  En los rincones mugrientos y polvorientos de un viejo granero, vivía un ratón llamado Remy. No era como los demás ratones; Remy era excepcionalmente peludo, con un pelaje tan denso que parecía llevar un abrigo de invierno perpetuo. Sus ojos grandes  y tristes siempre parecían reflejar una melancolía profunda. Los otros ratones pequeños y agiles, se reían de su torpeza y de su aspecto desaliñado. ¡Mira a bola de pelo!, susurraban mientras se reían de él. Remy se encogía como queriéndose hacer pequeñito para pasa desapercibido, ¡es más!… llego a querer ser invisible, para que sus congéneres no lo vieran y no pudieran reírse de él.

 Un día, una enorme y terrible tormenta azoto toda la región. El río Blas cercano al granero, que normalmente llevaba el cauce de un arroyo tranquilo, se desbordo sin control y con una furia inusitada, inundo rápidamente los campos y todo lo que encontraba a su paso. Dentro del granero, dos pequeños ratoncitos, aún demasiado jóvenes para valerse por sí mismos, quedaron atrapados en una balsa improvisada que la corriente arrastraba hacia un torbellino del río. Sus padres desesperados, ¡chillaban y gritaban pidiendo ayuda!, pero la fuerza del agua era tan abrumadora… que parecía que aquella situación no tendría un buen final.

 Los ratones más agiles intentaron acercarse, pero la fuerza del agua los hizo retroceder. En medio de aquel tremendo caos, Remy sintió un alarde de valentía que lo hizo actuar. Su pelaje que antes había sido motivo de burla, ahora era su mayor ventaja. Su cuerpo regordete y su pelo denso y ligeramente impermeable, le daban una flotabilidad inesperada en él. Con una determinación que nunca antes había sentido, Remy se lanzó al agua sin titubear.




 Nadando con todas sus fuerzas, lucho contra la corriente, mientras los ratoncitos asustados se aferraban a su balsa, Remy logro alcanzarlos y con un esfuerzo sobre humano, empujó la balsa hacia un terreno más elevado, donde el agua ya no suponía un peligro. Agotado pero victorioso, Remy regreso al granero llevando a los pequeños ratoncitos a salvo junto a su familia.

 La atmosfera cambio al instante. Los ratones que antes se habían burlado de él, ahora lo miraban con admiración ¡Remy nos salvó! Gritaban los pequeños ratoncitos, ahora todos querían ser amigos suyos, compartir su comida y escuchar sus historias. Pero Remy, aunque agradecido por la aceptación de los suyos, en su interior sentía que su propósito en la vida iba más allá de ese granero… Había descubierto que su singularidad era su fortaleza.

 Con una sonrisa por primera vez en sus labios, Remy decidió que no se quedaría en el granero. Se despidió de todos, con la promesa de que usaría esa valentía en esta situación descubierta para ayudar a quienes lo necesitaran... Su corazón se había llenado de una nueva determinación para afrontar cualquier reto, que la vida le pusiera por delante.

 Así que después de despedirse de todos, el pequeño ratón peludo se embarcó en una aventura sin precedentes alrededor del mundo... con la finalidad de ayudar a los más desfavorecidos.

 “Se propuso llevar su bondad y coraje a cada rincón del planeta que visitara”

 En la despedida y cuando ya se alejaba, los dos pequeños roedores a los que había salvado: le gritaron con sus vocecitas ¿volverás? ¡Vuelve por favor!… volveré y si por un casual me pierdo vosotros me encontrareis.

 

 

 Alejandro Maginot.

     


1 comentario:

  1. Que buena enseñanza dio nuestro peludo ratoncito.
    A veces las cosas que sin desagradables para unos es lo que en determinado momento es importante para salvar la vida del prójimo.
    Muy bien por Remy, salir a ver mundo y explorar y ayudar a los demás.
    Muy bonito tierno y como siempre esa moraleja y enseñanza, nunca hay que menospreciar a quien es diferente.
    Un abrazo, feliz resto de domingo.

    ResponderEliminar

El ratoncito Remy