domingo, 14 de diciembre de 2014

Dragón









Solo cada milenio, surge un animal tan exótico y bello como tu sobre la faz de la tierra.

 Enfrentarse al fuego que desprenden tus ojos, es enfrentarse a ese ser mitológico que destruye fortalezas con la facilidad que tu carbonizas el corazón de los hombres.

 Me puse mi reluciente armadura para poder llegar cerca de ti sin que achicharraras mi corazón dulce y afable, que solo con su amor quería obsequiarte.

 Mi alma temblaba al acercarme a ti tan serena y elegante, pero me vestí de valor y quise desafiarte, aun a riesgo de quedar ciego y con mi corazón humeante.

 Llegue a ti con la vista fijada en el suelo, no quería mirarte a los ojos y que me derrotaras en el primer encuentro.

 Con tus alas no de dragón si no de ángel elevaste mi cara hasta con mis ojos encontrarte, ya tu mirada no era tan desafiante ni desprendía fuego como antes.

 Era profunda y penetrante, tan profunda que hasta el alma me llegaste y en vez de fuego de besos el corazón me llenaste.

 Esta vez era yo el que supuraba fuego, pero del deseo de amarte y sin emplear escudos ni lanzas pude derrotarte.

 Ahora en mis brazos vencida te derrumbaste,  ahora ya no destruyes más corazones pues el tuyo lo usas para amarme, y ya te has dado cuenta de lo frágil que puede ser un corazón al enamorarse.




Nadavepo.





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