Ateo me creí toda la vida hasta que te tuve delante,
cuando te vi supe que había sido un ignorante, no tener fe cuando tenía a la
misma virgen a mi alcance.
Redimirme entre tus brazos era para mí ahora lo más importante, me confesé ante tu alma pura y virginal, prometiéndote que nunca más volvería a fallarte.
Tú absolviste mis pecados y de penitencia me pusiste que te amara sin tregua ni descanso.
Mi virgen morena que por ti empecé a amar a todos los santos, quiero que me purifiques con todos tus encantos.
Ámame como solo tú sabes amar, y hazme sentirme un privilegiado al permitirme quererte y al sentirme amado por la más bella virgen que los evangelios hayan dado.
Nadavepo.
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