Vago perdido por las dunas del desierto.
Sediento confuso y casi muerto.
Diviso un oasis a lo lejos.
Cuando llego a su estanque, descubro que está seco.
Pierdo toda la esperanza y caigo de rodillas en el suelo.
De pronto descubro un pozo de brocal blanco.
Y me arrastro hacia el cómo puedo.
En su borde veo que no hay cubo ni aparejo.
Que pueda elevar lo que yo tanto deseo.
Grito desesperado, y el eco reverbera hasta su fondo.
Me has oído, y como agua limpia y fresca.
Gateas por entre sus piedras.
Para saciar mí sed y refrescar mis penas.
¡Cuánto puede el amor, cuando perdido te encuentras!
Nadavepo.
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