Y tras el cristal estabas tú, párpados de
plata pupilas de oro… y de fondo tu bello rostro.
Pluma de terciopelo mecida por el viento,
pósate en mis sienes… y calma toda la ansiedad que invade mi cuerpo.
Brisa con sabor a canela, deleita mi alma…
porque eres la flecha de amor, destinada a llegar a su destino, entre tu arco y
mi cariño.
Olor que de mi piel no desaparece, pues lo
posó en mis carnes tus labios candentes… fundámonos en un eterno beso, tierno y
dorado como el sol que nos ha cegado.
Con las mismas manos que te acaricié, estoy construyendo un nido
de cristal… para que el mundo pueda ver, nuestra locura al amar.
Sé que nunca podré dar más horas a tu vida,
pero si daré más vida a tus horas… recuérdalo siempre, sumaremos vida.
Por eso, yo siempre grité a los cuatro
vientos… sentir es volar a tu lado, nadar de ti embrujado.
Porque estoy vivo, gracias al sustento que
recibo… al respirar tu aliento, que para mí es tan nutritivo.
Nadavepo.
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