domingo, 23 de agosto de 2015

Felicidad










   Salía del trabajo, cuando vi pasar un autocar. En su lateral llevaba un letrero que decía lo siguiente: “Si sube con nosotros, le llevaremos a conocer la plena felicidad”, así que sin dudarlo ni un segundo salí corriendo detrás del bus, hasta que pude alcanzarlo en la siguiente parada.

   Subí nervioso a la vez que entusiasmado, el conductor me invito a sentarme en un asiento situado junto a la ventanilla. Cuando por fin recobre el aliento y la cordura, empecé a observar a las personas que había sentadas a mi alrededor. No las veía especialmente felices, creo que como yo buscaban encontrar la cúspide de la felicidad.

  Después de varios kilómetros, paramos a almorzar en lo que nos dijeron era uno de los mejores restaurantes del mundo, después de comer volvimos al transporte que nos llevaría a la cima de la felicidad. Pasamos por paisajes fantásticos, casi de ensueño, la gente estaba pletórica sacando fotografías a tan bellos paisajes.

  Anochecía el primer día de viaje, cuando nos hospedaron en uno de los hoteles más colosales del mundo. Al día siguiente continuamos con el viaje, atravesamos paisajes exóticos llenos de insólitos y salvajes animales. La gente seguía fotografiando todo lo que encontraban a su paso, no daban la oportunidad a sus ojos de ver el mundo sin esconderse detrás de un visor.

 Ocho mil kilómetros habíamos recorrido en quince días, nos encontramos con la nieve, con desiertos, con preciosos ocasos y delicados amaneceres. Pero cuando entrabamos en los cincuenta últimos kilómetros de regreso, las personas empezaron a cambiar de semblante, ya no llevaban las cámaras adosadas a su cuerpo, sus sonrisas se entrecortaron.

  Yo partí a ese viaje con lo puesto, sin ropa, sin cámara, sin reloj. No puedo negar que disfrute, y mucho. Pero al contrario que los demás pasajeros, conforme llegábamos a casa mi corazón estaba más henchido, era inmensamente más feliz. Había descubierto una cosa muy, pero que muy importante, descubrí que la felicidad no está a ocho mil kilómetros, ni detrás de una cámara, ni en el mejor hotel del mundo.

 Comprobé en mi propio ser, que  nadie te puede vender la felicidad, ni incluso la puedes comprar con todo el oro del mundo. La felicidad está más cerca de ti de lo que tú crees. Aquella misma tarde salí pitando hacia el parque en el que me reunía con mis amigos, estuvimos charlando hasta la madrugada. Al día siguiente me dirigí a casa de mis abuelos, escuche una vez más todas las historias que ellos me contaban de su laboriosa vida.

 Por la tarde empezó a llover, yo andaba por la calle pisando charcos como en mi niñez, la lluvia me mojaba y yo flotaba hasta llegar al escaparate de la pastelería, donde trabajaba la niña de mis ojos, espere danzando bajo las gotas de agua hasta que salió ella. Me cogió de la mano y sacándose un bombón del bolsillo me lo alargo, degustando tan rico presente empezamos a caminar calle abajo, hasta pararnos en un soportal donde nos besamos apasionadamente, la mezcla del sabor de la lluvia junto al chocolate y la fresa de sus labios, fue un atroz derroche de felicidad.

  Jamás volveré a surcar la tierra para encontrar la felicidad, la plena felicidad está en la punta de mis dedos.





Nadavepo.





10 comentarios:

  1. Preciosísimo y cierto! Qué gran verdad! Tenemos la felicidad dentro nuestro, sólo hay que aflorarla y disfrutarla! Un abrazo!

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  2. Precioso alejandro!!!... la felicidad muchas veces esta tan cerca ... hasta en los mas simples detalles pero no nos damos cuenta y la dejamos pasar...
    Disfruta mucho de la tuya.. un abrazo fuerte.

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  3. Precioso alejandro!!!... la felicidad muchas veces esta tan cerca ... hasta en los mas simples detalles pero no nos damos cuenta y la dejamos pasar...
    Disfruta mucho de la tuya.. un abrazo fuerte.

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  7. Q verdad y cierto.. Si hay algo importante en esta vida es q debemos aprender a valorar más las pequeñas cosas q tenemos y no a las cosas materialistas... Hay un dicho muy famoso y es q ni la felicidad ni el amor se pueden llegar a comprar con dinero.. Aveces tenemos la felicidad tan cerca q no nos damos cuenta hasta q ya es demasiado tarde.... Precioso Alejandro

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Brisa