Majestuoso tren, que con su traqueteo
adormece mis pensamientos, dejándome perdido en el tiempo… pensando en el
recuentro, con la gente de mi pueblo y con los que me dieron mí ser.
No dejes de salir humo incesante, de tu
chimenea tan elegante… y ve dejando atrás, la línea tan distante que me alejo
de mi niñez.
Rueda máquina de vapor, no dejes de avanzar, pues mi corazón suena a tu compas… y si te paras se puede desbocar.
Vagón centenario, que tras el cristal de tu
ventana, atisbo la fuente del roble… árbol donde escribí tu nombre, mujer que
me dio la esperanza y que luego como la tiza de una pizarra, fue y la borro.
Primer amor de juventud, te juro que aunque
años han pasado yo no te he olvidado, vuelvo por tu pensamiento derrotado, con
la ilusión solo de verte, aunque de tu corazón esté ausente todo el cariño que
te di.
Rodar ruedas de acero, por esas dos líneas paralelas…
donde de pequeños poníamos las monedas, para que las estirases como los chicles
de nuestra niñez.
Ahora tu silbido me avisa, que pasamos bajo
la muralla del castillo… donde tantas batallas libré con mis amigos y donde se
forjó la espada de mi sino, sin saber que marcharía a otros lares para luego
rendido volver.
El chirriar de tus frenos indica, que
llegamos al final del camino… a ese pueblo tan divino, que un día me vio nacer.
Donde tantas historias he vivido, las cuales plasmé en un libro que otro día os
leeré.
Nadavepo.
El leer estas frases es como retroceder en el tiempo y volver a la niñez ,, todos en algún momento de nuestras vidas tuvimos ese tren que nos lleno de ilusión y nos acerco a los seres queridos .un buen relato Alex saludos
ResponderEliminarGracias Campi, besitos mil.
EliminarPrecioso poema Alejandro. El tren de la vida que a veces te deja un sabor dulce y otro amargo. Pero nunca hay que bajarse de él, sino esperar al final del recorrido lo que nos tiene deparados el destino.. Saludos
ResponderEliminarGratitud Soraya, besis.
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