Conocidos desde el siglo XVI, las colecciones de soldados de plomo son innumerables e interminables.
Se utilizaron como puntos de referencia sobre
mapas de batalla de guerra, e incluso como fichas en tableros de ajedrez.
Sus formas y técnicas de construcción han
variado a través de los tiempos, desde las formas muy poco estilizadas hasta el
perfeccionamiento más ínfimo del acabado de los rasgos faciales, claro está
conseguido con la tecnología punta de nuestros días.
A las personas que se dedican a esto no se les
puede llamar coleccionistas, solo se les puede llamar apasionados, porque es
verdadera devoción lo que sienten por estas miniaturas. Yo diferencio entre el
que los compra ya hechos, que solo los utiliza como meros objetos decorativos y
el creador, o sea el que les da vida, porque nadie se puede imaginar lo que es
montar, pintar y darle vida a estos liliputienses, enanos que cobran vida por
la noche y se transportan a su época dando vida a sus interminables batallas, y
que al amanecer vuelven quedando estáticos y perdiendo su mirada en el
horizonte.
Desde aquí animo a contemplar a una de estas
figuras cada mañana, comprobaras que su postura es siempre diferente, ningún
día las veras igual.
Fdo: Nadavepo.
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