Ni un ápice de calor en tu mirada.
De rastro gélido, como el glacial que va a la deriva.
De labios rojos, como la manzana que mato a la princesa.
De expresión desafiante y de arrogantes maneras.
Y yo naufrague en el verde de tus ojos, y me hundí en sus turbias mareas.
Y me ahogue en tu corazón, que esta forjado de cristales de piedra.
Nadavepo.
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