lunes, 1 de septiembre de 2014

Sudamos sangre












  Lo llamaban Juan el Temerario,  yo doy fe de su apodo, pues arroyo con su corcel y empuñando su espada a cinco escuderos armados, los cuales estaban a punto de dar cuenta de mi vida.

  El me subió a lomos de su caballo sacándome del  fragor de la batalla, yo estaba algo magullado y con algunas heridas. Él también tenía la cara ensangrentada, pero de sangre del enemigo.

 ¿Estas herido o sudas sangre como Jesús? Me pregunto.

 Sudo sangre por vos mi señor, le respondí.




Nadavepo.




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