Salí de viaje hacia ninguna parte, obligado a
buscar un lugar que jamás encontraría… o por lo menos, eso es lo que pensé en aquel
primer día.
Arduo se hizo tan largo viaje, pues nos
llevaron como a salvajes… hacia lo que podría ser una muerte segura.
Nos recibieron a golpes y desnudando nuestra
piel… pues de nuestra mente, ya se habían asegurado que estuviese vacía.
Fue en aquel mismo momento, cuando me
pregunté…
¿Cómo puede ser, que unas personas como yo…
tengan tanta hiel en el corazón, que no sientan mi dolor, cuando me machacan
los huesos y la piel?
Nos encerraron en un campo gris, aunque más
grises eran sus muros.
Volvieron gris mi paladar y hasta gris se
volvió mi orgullo… que difícil se me hace nadar, en un océano de grises tan
oscuros.
Cuencos de agua semivacíos, mendrugos de pan
enmohecido, que aún sin tener nosotros culpa nos hacen perros de presa… que de
rabia se impregnan por el hambre la sed
y el frío.
Oscuridad gris, en cuatro paredes encerrada…
mi vida es tan frágil, como lo es sobre la vela la llama.
Desde aquí alzo una plegaria y a quien
corresponda le digo…
Nos habéis dejado olvidados, ¡que poco vale
para vosotros la vida de nuestros hijos, seguro que los vuestros sueñan y están
protegidos!
Y a ti juez supremo, a ti ni te maldigo… pues ya no nos creemos, que tu fueses nuestro
protector divino.
Nadavepo.
Bonito poema el que describes , triste pero real como es la vida ... a veces es necesario escribir cosas así de fuerte para que las conciencias en el ser humano nos lleguen y nos hagan reflexionar y al ser posible poder evitarlas . Enhorabuena otra vez por tus escritos ...saludos.
ResponderEliminarGracias y saludos Campirela.
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