No me preguntes nunca, ¿por qué tengo una amante?…
porque solo tú eres la culpable, jamás me diste un ápice de calor ni tan
siquiera de cariño.
No me acuses, que tengo una amante…tú tienes
la culpa, porque tener sexo contigo se convirtió en saltar desde un abismo.
No me eches en cara, que tengo una amante…
siéntete culpable, porque nunca me quisiste dar un hijo.
No me recrimines, que tengo una amante… la culpa
la tienes tú, porque solo vives para ti, para tu belleza y tu egocentrismo.
No te quejes ahora, que eres la que estas en
segundo lugar… pues te di miles de oportunidades, y nunca aprendiste a amar.
No me lo reproches nunca más ¡por favor!,
diciéndome que no te lo había dicho… tantos años juntos, y nunca a nada de lo
que te conté le habías puesto oído.
Ahora si quieres, podrás volar en libertad…
buscando podrás encontrar a otro títere, que soporte tu vanidad y materialismo.
Y no sé a que ente darle las gracias… por no
haberme dejado subyugar y vivir debajo de tus faldas.
¡Rutina sin palabras!
Dos enormes pilares, con los que se va
dilatando la distancia.
Nadavepo.
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