La
magia de vuestros ojos, es como la luz del faro que guía a mi caballo.
Que
como sonámbulo cabalga hacia vos.
Montura
inteligente que se detiene cuando os tiene enfrente, porque os profesa el mismo
respeto que os tiene su señor.
Doncella
tallada en marfil y porcelana, con dos perlas negras como ojos en vuestra cara.
Y
que reflejáis los rayos de sol en vuestra sonrisa, atrayéndome hacia vos a toda
prisa.
Para
ofreceros sin límite de tiempo ni condiciones, el acero reluciente de mi espada
y mi pobre y noble corazón.
Y
aunque no os pudiera ofrecer castillo, no dudéis que del frio os protegeré con
mis brazos y el calor de mi amor.
Y por vos, saltare de estado y aunque yo soy
cristiano abrazare a vuestros hermanos sin reparos y con honor.
Porque
el azul de vuestra estela tiene que parar esta guerra, que enfrenta a nuestros
dos pueblos sin motivo ni razón.
Y
os amare por encima de tierras, de contiendas y de religión.
Y
luchare por la paz entre nuestras gentes, lo mismo que lucho por ganar vuestro
puro corazón.
Yo
no tendré fronteras y aunque vos seáis una princesa sarracena y yo un caballero
teutón.
Por
encima de nuestra raza, credo o religión juro amaros eternamente a caballo entre
occidente y Jerusalén.
Nadavepo.
Para el amor no hay raza ni religión. Ni edad ni sexo, el amor no entiende de nada de eso. Solo de dos corazones latiendo al mismo ritmo. Da igual que seas reina o rey, caballero o Dama o plebeyo o sirvienta solo dos personas que quieran unirse sin prejuicios ni fronteras.
ResponderEliminarPara el amor no hay raza ni religión. Ni edad ni sexo, el amor no entiende de nada de eso. Solo de dos corazones latiendo al mismo ritmo. Da igual que seas reina o rey, caballero o Dama o plebeyo o sirvienta solo dos personas que quieran unirse sin prejuicios ni fronteras.
ResponderEliminar