lunes, 1 de junio de 2015

Una vez más










Una vez más, me siento ante el ordenador.

Abro la última conversación que tuvimos.

Son palabras que he sido incapaz de borrar aún.

De ellas se deduce, que se ha acabado nuestra historia de amor.

Una historia que por lo menos para mí, era hermosa y yo pensaba que inacabable.

De repente sentí la necesidad de añadir algunas letras, suplicándote, rogándote, implorándote.

¡Pero no fui capaz!

Lo único que conseguí fue derramar unas lágrimas.

Una de ellas cayó en el teclado sobre la letra D.

Aquello me pareció una premonición, D de desamor, desazón, dolor.


Lo que jamás entenderé fue tu punto y final, lo vi abstracto, surrealista.

Seguramente tú como autora de ese final lo entendías perfectamente, en definitiva era tu obra.

Pero yo neófito en arte surrealista y absurdo, no entendí nada de nada.

Quede anclado al vapor de la desesperanza y navegando sin rumbo.

Hasta que un día, una buena amiga me dijo que visitara el museo de la vida, un museo según ella lleno de cuadros realistas con toques de frescura y coherencia.

Y tenía toda la razón, los cuadros que allí se pintaban tenían una gama de colores interminable.

Aquel día borre la última conversación que tuve con una artista, absurda en sus formas y con finales abstractos.




Nadavepo.





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