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Os tenía por un caballero, pero con vuestros actos me demostráis que no
merecéis tal trato. Vos sabéis de sobra, que yo entendía que lo nuestro era
amor… y por supuesto daba por hecho, que acabaríamos juntos como pareja, ya que
como amigo no os quiero.
― Dejadme que me explique María:
mi vida es un desastre, como bien sabéis, llevo una eternidad en el
ejército, llevando una desastrosa existencia, siempre dando tumbos de un lado para
otro, y aún hoy en día no sé dónde ni como acabare. Por eso después de mucho
pensarlo, no puedo arrastraros conmigo a tan semejante vida.
― A mí no me hubiera importado la
vida que llevase, siempre que hubiese sido con vos.
― No es sólo eso señora, como
usted bien sabe la razón no manda en el corazón. Por eso pensé, que aquel día
en sus aposentos usted se habría dado
cuenta, que yo velaba por su virginidad, para que la guardase para ese
caballero que de vos se enamorase, que bien él lo agradecería.
María estaba roja de indignación, así que no tardó en estallar. Soltó
una sonora bofetada a Rodrigo y acto seguido, en voz elevada le dijo:
― ¡Es usted un villano, un
sinvergüenza, lo odio por todo lo que me ha hecho sentir, no quiero volver a
verlo jamás!
Unas lágrimas se asomaron a los ojos de María, la dama se giro para marcharse, Rodrigo la detuvo suavemente para decirle:
― Algún día, vos recordareis este
momento, y aunque ahora no lo creáis, os acordareis de mí dándome las gracias,
porque habréis encontrado al caballero adecuado, para formar una bonita
familia.
La dama se zafó del caballero… y llorando volvió sobre sus pasos hasta
donde la esperaba su dama de compañía, y desaparecer de la vida de Rodrigo para
siempre.
No habían pasado dos días, cuando Marcelo llegó a la taberna el
Rinconcillo gritando a Rodrigo que se encontraba dentro.
― ¡Sal cobarde! ¡Traidor! ¡Sal
ya! que voy a dar buena cuenta de vos.
Dentro el tabernero el tabernero avisa a Rodrigo.
― Señor, fuera está el señor
Marcelo muy alterado, creo que está profiriendo improperios hacia vos.
Rodrigo quedó estupefacto, respondiendo al mozo:
― No puede ser, jamás Marcelo
diría improperios sobre mí.
― Señor, salga usted a la calle,
lo comprobará por vos mismo.
Rodrigo salió apresurado y preocupado, no entendía lo que estaba
pasando. Nada más salir a la calle, Marcelo con el florete desenvainado,
arremetió contra él.
― ¡Villano! Te has aprovechado de
nuestra amistad para mancillar a mi hermana.
Marcelo tiró una estocada hacia Rodrigo, que éste pudo esquivar a duras
penas.
― ¡Por favor! Marcelo calmaos, no
es como lo contáis, os juro que jamás mancille a María.
Mientras Rodrigo trataba de calmarlo, Marcelo volvió a la carga con otra
estocada, afortunadamente Rodrigo desenvainó su espada y pudo desviar dicha
estocada dirigida hacia su corazón. Viendo la situación, Rodrigo empezó a
preocuparse, Marcelo no paraba de atacarle una y otra vez con su espada,
Rodrigo sólo se defendía tratando de calmarlo.
― ¡Marcelo detente! No quiero
lastimaros, os lo suplico no me ataquéis más.
― Estaré batiéndome con vos hasta
mataros, ¡truhan, villano, luchad como un hombre!
― Marcelo, os lo ruego, sabéis
que soy uno de los mejores espadachines de la corona, os puedo matar sin
moverme, pero eso no va a suceder, sois mi amigo y no me batiré con vos.
Para ese momento la calle estaba llena de personas viendo el duelo,
Rodrigo seguía esquivando los envites de Marcelo, hasta que llegó un momento en el que vio que Marcelo no sedería en su empeño. Por lo que decidió actuar de la
forma más factible para no herirlo de gravedad.
En uno de los ataques, Rodrigo contuvo el florete de Marcelo con la
cazoleta de su espada, momento en el que aprovecho para pegarle un puñetazo,
dejándolo noqueado.
Marcelo quedo tumbado en el polvoriento suelo, mientras Rodrigo daba
unas monedas a dos mozos, para que lo llevaran a su Palacete. En este punto
Rodrigo, vio que la situación se haría insostenible y que Marcelo lo buscaría
todos los día para enfrentarse a él, así que tomó una drástica solución,
aquella misma noche acudió al puerto, para enrolarse en un barco que partía
hacia Roma. Sólo quería poner tierra de por medio, para evitar una tragedia.
Alejandro Maginot
Continuará...
Era de esperar la respuesta de María,ella se sentía rechazada y no hay peor cosa que saber que él no siente lo mismo que ella. Su respuesta fue el impulso a sentirse herida, más él fue honesto peor hubiera sido el engaño.
ResponderEliminarLa escena de batirse en duelo del hermano por el honor de su hermana está genial, ya qué en la época era normal.
La decisión de Rodrigo tal vez es más cabal,dejar distancia y tiempo,es la cura a casi todos los males de amor.
Bueno a ver que aventuras le depara al Hidalgo caballero...
Este episodio nos deja un poquito tristes pero segura estoy que algo bueno se cuece en bambalinas.
Gracias por ofrecernos está linda historia de amor y desamor.
Un abrazo y muy feliz miércoles.
Gracias una vez más querida amiga, por tus alentadores comentarios. Ya sabemos que el amor y el desamor van cogidos de la mano, aunque en nuestra mente no quepa la sensación de sentirse rechazado, la vida es un vaivén de idas y venidas a las cuales nos tenemos que acostumbrar, a veces a base de dolor y sufrimiento. Marcelo quiere proteger la honra de su hermana, costumbre de la época, la ceguera a veces nos lleva a perder incluso amigos, por situaciones ajenas a nuestra voluntad.
ResponderEliminarTe deseo un feliz resto de semana.
Abrazo con cariño.