Llegado a Roma, peregrino hasta Francia donde volvió a firmar como
capitán en los tercios españoles, durante cinco años más.
Pasado los cinco años de milicia, Rodrigo se alejó de las guerras,
regresando a Italia, país que le encantaba por su arte y arquitectura clásica,
así que estuvo deambulando entre Venecia, Florencia, Pisa y Roma.
Estando en Florencia, recibió una carta llegada de Sevilla, la mandaba
el notario de su tío abuelo Eduardo Ronces, Marqués de Carmona. En esta misiva su señoría el señor notario ,lo requería de esta manera:
“Muy señor mío, me dirijo a usted
en primer lugar, para darle mi más sentido pésame por el fallecimiento de su
tío abuelo. En segundo lugar, he de leerle la herencia dejada por éste, cosa
que ha de hacerse a la mayor brevedad posible, pues el destino de sirvientes y
jornaleros depende de usted mi estimado caballero. Le ruego encarecidamente
abrevie su viaje, y nos encontraremos en
la notaria de un servidor lo antes posible, ya que como bien sabrá, no queda
familiar alguno del Marqués de Carmona, es usted la única parentela que queda
de dicho caballero. Sin más, se despide su seguro servidor Don Florencio
Estrada”.
Rodrigo, quedó pensativo y apesadumbrado, los recuerdos de su tío abuelo
eran vagos, pues a lo largo de su vida lo vio sólo cuatro veces, en temporadas
cortas y de muy niño. Se sintió totalmente sólo en este mundo, su último familiar
había muerto.
Rápidamente y sin perder tiempo, partió al puerto de Génova, allí estuvo
un día, esperando a la salida de un galera que atracaría en el puerto de
Sevilla. El viaje se le hizo condenadamente largo, pero tuvo tiempo de ordenar
sus pensamientos por primera vez, además afrontar este reto, le hizo olvidarse
momentáneamente de la vida tan dura que había llevado, dándole por primera vez
un respiro.
El barco atracó en el puerto de Sevilla en plena noche, las posadas
estaban todas cerradas, lo que le hizo acudir a una taberna del puerto, donde
su dueño conocido y amigo de él, le dejó un rincón donde acomodarse para pasar
la noche.
A la mañana siguiente, acudió a la notaria, donde el señor notario pasó
a leerle la herencia de su tío abuelo. Éste le había dejado todos sus bienes,
un cortijo en Carmona con gran extensión de terreno, dedicado al cultivo, y del
cual dependían miles de familias, también le dejó un palacio en el centro de
Carmona, una casona en el barrio de Triana, cuadros, joyas, carruajes, acciones
y un sinfín de haberes, que hacían de Rodrigo uno de los caballeros más ricos
de Sevilla. Firmados todos los documentos, el notario le advirtió que lo más
urgente, era organizar el cortijo de Carmona, pues de él dependía la comida y
salarios de la inmensa mayoría de ciudadanos de la villa.
Despídiose del notario con gran agradecimiento, salió de su despacho y
buscó la salida. Cuando salió a la calle, su corazón se llevó un tremendo
sobresalto, en la fachada de enfrente se encontraba Marcelo esperándolo.
Rápidamente Rodrigo echo mano al pomo de su espada, no fiándose de Marcelo se
puso en guardia. Pero cuál fue su sorpresa, cuando observo que su antiguo amigo
no iba armado.
Alejandro Maginot
Continuará...
Vaya giro que ha dado la historia, años dónde el caballero se entrega a las milicias y al fin decide volver a un lugar más tranquilo,pero la herencia de su tío cambia sus planes.
ResponderEliminarDeberá ponerse al mando de una realidad pues de él dependen muchas familias.
Nos has dejado con la incertidumbre de ese encuentro entre él y Marcelo. Me da que su amigo será más benevolente esta vez con él.
Bueno pues nada a esperar como sigue nos dejas en ascuas...
Gracias y un abrazo.
Bueno la historia ha girado como gira la vida misma. Esperemos que el caballero Rodrigo, encuentre esa tranquilidad que hasta el momento no ha conseguido. Y esperemos que el encuentro con Marcelo, no sea tan violento como en la última vez.
ResponderEliminarTe deseo una feliz tarde.
Abrazos con cariño.