viernes, 10 de julio de 2020

La lealtad de la amistad... Quinta parte










― Por favor Rodrigo, relájate, vengo en son de paz. Sólo quiero hablar contigo si me lo permites. ¿Te importa si hablamos mientras tomamos una cerveza?

  Por la mente de Rodrigo, pasaron miles de imágenes de lo sucedido con Marcelo aquel fatídico día, pero Rodrigo no era hombre de guardar rencor y mucho menos odiar. Así que miro a Marcelo aflojando la mano del pomo de su espada y le dijo:

― Claro que no me importa, tomémonos esa cerveza y hablemos.
                                     
  Estando en la mesa de la taberna uno frente al otro, Marcelo tomo la palabra.

― Ante todo te doy las gracias Rodrigo, por no matarme aquel día, sé que pocos hombres han sobrevivido a tu espada, fuiste muy generoso conmigo, después del comportamiento tan abrupto que tuve contigo.

― Jamás te hubiera herido más allá del puñetazo que te di, para reducirte y que no hicieras daño a alguien o a ti mismo. Yo también quiero pedirte perdón por ese puñetazo, pero era lo único que podía detenerte de la ira que llevabas infundida en tu cuerpo.

― Te diré también Rodrigo, que después de varios meses de enfado, María por fin me contó la verdad de lo sucedido, he de pedirte perdón nuevamente por haber dudado de tu caballerosidad. Entiendo perfectamente que hubieras tomado a mi hermana como una amiga, pues ya sabemos los dos que es de conversación agradable y de compañía divertida.

― Te prometo Marcelo, que fue una buena amiga. Y por cara de tu padres hasta intenté enamorarme de ella, pero bien sabes que el corazón no se deja obligar, así que antes de perjudicar a tu familia y sobre todo a ella, decidí aclara las cosas contándole a vuestra hermana mis sentimientos,  ambos sabemos que María no se lo tomó muy bien, pero es totalmente comprensible, ella estaba enamorada, no captó que era una bonita amistad lo que nos unía. 

  También tengo que decirte algo, que me ha encargado María que te dijese. Te pide perdón por el comportamiento que tuvo hacia ti, además te da las gracias por lo que le dijiste el último día, que encontraría el amor verdadero con quien fundaría una familia. Y así ha sido, se ha casado con el Conde Luis Castro, escolta de su majestad, han tenido dos hijos y son sumamente felices.

― Pues... ¡me alegro enormemente Marcelo! ¡Es la mejor noticia que me podías dar en el día de hoy!

― Y por último Rodrigo, te he de pedir otra cosa, aunque lo mismo te resulta difícil concedérmela.

― Tú dirás Marcelo.

― Hemos sido buenos amigos, desde que nos separamos, he estado con esa preocupación guardada en mi corazón. No veía el momento para pedirte humildemente, que vuelvas a ser mi amigo, si lo tienes en consideración y no te perjudica.

― Pues claro que sí Marcelo, yo nunca dejé de pensar que eras mi mejor amigo, aún en la distancia he seguido sintiéndome unido a ti, rezaba porque llegara este día. Puedes dar por hecho que somos los mismos y que lo seremos para siempre, máxime ahora que estaré entre Carmona Y Sevilla.

  Los dos caballeros se despidieron, emplazándose para sucesivos encuentros, siempre que los quehaceres se lo permitieran.






  Rodrigo recordó las palabras del señor notario, advirtiéndole de la prisa en organizar los trabajos de sus nuevas tierras. El caballero busco a toda prisa, una diligencia que partiese hacia Carmona. En el trayecto del viaje, analizó el vuelco que había dado su vida y la responsabilidad que caía sobre sus hombros; aunque para relajarse, pensó que gobernar una hacienda no sería mucho más difícil, que cuando organizaba a sus hombres en el orden de combate, ante una situación adversa en plena batalla.

  Ya en Carmona, Rodrigo bajó de la diligencia y preguntó a un jornalero que pasaba con la yunta de sus mulas:

― Señor, ¿podría decirme, donde está el palacio del Marqués de Carmona? 

  El hombre le explicó minuciosamente, como llegar a dicho domicilio. Sin dilación, Rodrigo anduvo durante veinte minutos, hasta llegar a la cancela de tan lujoso palacio. Él no lo conocía, pues las pocas veces que vio a su tío abuelo, fue en el cortijo en su tierna infancia.

  Empujo la reja que se encontraba entornada, caminó hacia las escalinatas, todo ésto sorprendido por la magnitud de aquel edificio, cuando hubo subido las escalinatas, quedó prendado con la puerta de roble que coronaba dicho palacio.



                                                                                              Alejandro Maginot


                                           Continuará...




2 comentarios:

  1. Era de esperar que pasado el tiempo recapacitara Marcelo y mucho más habiéndole contado su hermana los hechos acaecidos.
    Volver a tener a su amigo le vendrá muy bien a Rodrigo, pues seguro que en este nuevo camino que va emprender seguro que le vendrá bien una ayuda.
    Y bueno las aventuras de este caballero sin duda nos tienen envilo, que nuevas historias le ocurrirán en ese destino dónde alguna aventura le sorprenderá....
    Feliz viernes.


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  2. La lealtad de la amistad, es demostrada por ambos en este capitulo. Deseemos que la dicha le sonría a ambos caballeros en su nueva toma de contacto. Esperemos que Rodrigo siga en racha, y deje atrás los avatares tan incómodos y duros de tiempos pasados. Gracias una vez más querida amiga por tu comentario.

    Te deseo un bonito fin de semana.

    Abrazo con cariño.

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Brisa