Y llegaron las cálidas mañanas de julio, donde los pájaros retozaban, esperando la Calígula del medio día, para irse a buscar el frescor de sus refugios.
Y yo en mi cubículo
de cristal una mañana más, observando como los rosales se marchitaban día tras
día, a tan altas temperaturas.
Vi a una pareja de
jilgueros, que picoteaba al lado de un arbusto, que colores tan vivos tienen esos pájaros tan gráciles, no
cuadraban en el entorno de esas plantas tan amarillentas y secas.
También dilucidaba a
una salamanquesa que había salido de su letargo, y estaba afanada en alcanzar
su desayuno, cazando a los descuidados mosquitos, que retozaban a su alrededor,
me parecía inquietante como se sostenía la salamanquesa en los muros de piedra
con sus frágiles y transparentes dedos.
A mi espalda, observe
como una araña tejía su tela, que muestra de geometría tan elegante, yo la
miraba embobado, mientras ella seguía tejiendo su tela, sin preocuparse del
entorno que la rodeaba.
Ya las moscas hacían
sus vuelos agiles y agotadores a la vista, que producían en mi cuando fijaba mi
mirada en ellas, una especie de somnolencia mágica, que me producía un efecto
narcótico difícil de superar, para no caer en un sueño profundo.
También vi a unos
gatos asilvestrados, que compartían la sombra de un parral, uno era negro y de
ojos verdes, se estaba lamiendo las esponjas de sus patas, creo que satisfecho
por el festín que se acababa de dar, otro era gris de ojos amarillos, y estaba
sentado y obnubilado con una mariposa que revoloteaba a su alrededor, el
tercero y último, apuntaba maneras de gato romano, era el más joven y estaba
tendido a todo lo largo en el arriate, seguramente el sitio más fresco del
entorno.
Del hueco de un
fresno, un recién levantado ratón, salía olfateando el ambiente que le rodeaba,
encontrándose seguro echo a correr con esa velocidad alterada que usan estos
animales, de repente se detuvo y olisqueo una hoja seca, que al parecer no era
de su agrado, por lo que continuo corriendo con sus saltitos característicos,
hasta que encontró un hueco en la vieja muralla, por donde desapareció.
Nunca llegue a
pensar, la vida que rodeaba al cubículo de cristal donde yo estaba metido,
desde allí podía observar sin ser visto, y yo me imaginaba como un Dios, que
observa el buen funcionamiento de los seres vivos, y su quehacer diario, pero
sin interferir en ellos.
Yo feliz de
contagiarme de tanta vida y ganas de vivir, los animales son un ejemplo de
superación y supervivencia, en los cuales nos deberíamos de reflejar los
humanos, cuando a nuestras vidas llegan esas adversidades tan difíciles de
superar.
En muchos momentos difíciles de mi vida, quise ser araña,
gato, ratón o cualquier otro animal que me ayudara a superar aquellas difíciles
situaciones que viví.
Vago delirio de un
sueño, que ni en los mejores cuentos se puede hacer realidad, pero alguien
me dijo, que soñar ayuda a cambiar la
perspectiva de tu vida, aunque sea por momentos cortos en los cuales puedes
superar esos difíciles momentos.
Recomiendo, la
observación del entorno que nos rodea, pues eso nos puede ayudar en el
aprendizaje de navegar por la vida, si ellos lo hacen, nosotros también.
Fdo: Nadavepo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario