lunes, 2 de junio de 2014

La hermandad de la amistad











 Tengo un hermano de armas, con el cual no cabalgo todo lo que yo quisiera.
 Yo pararía el tiempo, para que cuando lo pusiese en marcha, comenzáramos de nuevo nuestra vida juntos.
 Nos haríamos caballeros andantes, para facilitarle el camino a todas las personas, que como nosotros eligieron un camino recto y justo.
 Trataríamos por todos los medios, el versificar nuestras vidas con rimas asonantes, que nos hicieran deleitarnos con los placeres de la vida.
 Borraríamos el humo y el carbón de nuestro entorno, para hacer que el aire fuese más puro y respirable, tacharíamos las impurezas de la faz de la tierra, para que el agua pudiese beberse aunque fuese en una charca estancada.
 Trazaríamos líneas rectas, para formar nuestros campos de labor, aprenderíamos a delinear, para dibujar nuestros valles, experimentaríamos con las acuarelas, para pintar los colores de nuestras flores.
 Nos haríamos constructores, para erigir nuestros castillos, y crearíamos con nuestras manos, un mundo más acorde a nuestra sensibilidad y a la de todas las personas dignas de merecerlo.
 Qué bueno seria, que después de mejorar este mundo, mi hermano y yo nos deleitásemos con una buena copa de vino, a la sombra de una encina milenaria, instalada en el centro de un mar de trigo.
 Usaríamos nuestros Pegasos alados, para sobrevolar este mundo de fantasía, donde los relojes estarían parados de necesidad y donde la niebla seria de cristal.
 Qué bonito sería volver a empezar contigo, aunque fuese en este mundo nefasto y falto de piedad.




 Fdo: Nadavepo.




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